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Commentary

Op-ed

La agenda del presidente Obama en materia de educación

El presidente Obama hizo pública hoy la agenda de su administración en materia de educación, con el objetivo de volver a convertir el sistema educativo estadounidense en la envidia de todo el mundo.

Dicha agenda contempla:

  1. Ampliar las iniciativas para la primera infancia, como el programa Head Start;
  2. Fomentar unos estándares y valoraciones estatales que sean: 
    • exigentes, y 
    • evalúen habilidades adaptadas al siglo XXI, como la resolución de problemas, la creatividad, el pensamiento crítico y la capacidad de tomar la iniciativa
  3. Mejorar la calidad del profesorado fomentando 
    • los pagos de incentivos a aquellos profesores que consigan un mayor aprendizaje de sus estudiantes o que trabajen duro en materias como las matemáticas o las ciencias 
    • la retirada de las clases de aquellos profesores cuya incompetencia haya sido demostrada en varias ocasiones, 
    • las vías de enseñanza no tradicionales, y 
    • los programas de capacitación para nuevos profesores;

    Se trata en su mayoría de un conjunto de sorprendentes políticas que no pueden ser evaluadas como un todo, excepto en el sentido general de que es positivo contar con un presidente que está profundamente comprometido con mejorar la educación y dispuesto a apoyar unas reformas que serán cuestionadas por una parte de su base política. Tengamos en cuenta los dos últimos puntos de la lista. Como dijo un reformador que puede permitirse ser más directo que el presidente, si éstos se pusieran en práctica ampliamente “arrasarían con el sistema actual y construirían uno nuevo partiendo desde la base”.

    Las escuelas independientes financiadas con fondos públicos son el eje de este objetivo radical. Se trata de escuelas públicas que funcionan fuera de la estructura de gobierno de las escuelas públicas tradicionales. Tienen una considerable flexibilidad en lo referente a la contratación, los despidos y los sueldos de sus profesores, así como en otras cuestiones como el plan de estudios y la cantidad de horas de clase diarias. El presidente Obama propone ampliar el número de estudiantes matriculados en las escuelas independientes, e introducir algunas características de este tipo de escuelas en las escuelas tradicionales, como el pago en función del rendimiento y un mayor número de horas de clase. Las asociaciones de profesores odian este tipo de flexibilidad administrativa en la gestión de las escuelas, de forma que probablemente no les agradará ver como el presidente, al que ayudaron a salir elegido, se pone a favor de las escuelas independientes y de los pagos de incentivos a los que tanto se oponen.

    Actualmente las pruebas demuestran que las escuelas independientes en algunos de los distritos urbanos más importantes proporcionan una mejor educación que las escuelas tradicionales para aquellos estudiantes cuyos padres quieren matricularlos en una escuela independiente. No obstante, no está claro si este tipo de escuelas tendrían tanto éxito si estuvieran más extendidas. Por ejemplo, ¿seguirían siendo capaces de atraer a una cantidad suficiente de líderes escolares emprendedores y a esos profesores tan comprometidos en los que dependen hoy en día? ¿O las escuelas independientes funcionan precisamente porque son pocas, es difícil entrar en ellas, y son diferentes? Al apostar por las escuelas independientes, será importante para la administración Obama prestar una gran atención a los temas de escala.

    En cuanto a la primera infancia, no deberíamos conformarnos con más programas “como Head Start”. Un riguroso estudio nacional acerca de Head Start encontró efectos positivos en algunos dominios de aprendizaje después de un año dentro del programa, por ejemplo recitando las letras del alfabeto, pero no en otros, como en el vocabulario. La mayoría de los niños del estudio seguían muy por debajo de la media de preparación escolar al finalizar el programa Head Start. Podemos hacerlo mejor, y existen múltiples pruebas a favor de seguir eficaces programas de preescolar.

    El presidente tiene razón al señalar nuestro peligroso conjunto de estándares y valoraciones estatales como un gran impedimento para recuperar nuestro liderazgo internacional en materia de educación. Sin embargo, su propuesta de proporcionar incentivos a aquellos estados que mejoren sus estándares constituye una fórmula mucho más débil de lo deseable o de lo políticamente posible. ¿Qué hay de aquellos estados que no responden a los incentivos o que no obtienen tan buenos resultados? ¿Qué hay de aquellos estados que mejoran sus estándares pero tal modo que todavía se observa una diferencia mayúscula en comparación con el resto en cuanto a las expectativas de lo que deberían saber los estudiantes? Deberíamos centrar nuestra atención en el nivel regional, con el objetivo de trasladarnos hacia un conjunto de expectativas más uniforme que finalmente podría convertirse en algo nacional. Por ejemplo, la reautorización de la ley Que Ningún Niño Se Quede Atrás (No Child Left Behind o NCLB) podría conceder una parte mucho mayor del dinero destinado a los estándares y las valoraciones a consorcios de estados en lugar de a estados concretos. Aquellos consorcios cuyas campañas consiguiesen un mayor éxito podrían convertirse en un modelo para el resto de consorcios.

    La demanda por parte del presidente de valoraciones que se adapten a las habilidades necesarias en el siglo XXI, como la creatividad y la capacidad de tomar la iniciativa, conlleva grandes peligros y dificultades. Resulta bastante cuestionable la posibilidad de enseñar a alguien a ser creativo en sentido general, independientemente del conocimiento específico de un dominio concreto. En cualquier caso, los retos de definición y medición son enormes. En lugar de perseguir una abstracción, sería más productivo construir unos estándares que reflejen lo que los mejores expertos de distintos campos consideran que deberían saber y ser capaces de hacer los estudiantes en dichos dominios. Seguramente, eso implicará capacidades como la resolución de problemas o la creatividad, pero aplicadas a contenidos concretos en lugar de tratarse de algo abstracto. Y por favor, Señor Presidente, deje de hablar sobre la necesidad de enseñar a los estudiantes a hacer algo más que marcar respuestas en los exámenes. Cualquier experto en el tema podría decirle que pueden medirse habilidades muy complejas mediante preguntas de tipo test. El problema es lo que esperamos que aprendan los estudiantes, no la estructura del examen utilizado para determinar si lo han aprendido.

    Resulta inspirador contar con un presidente con grandes objetivos en materia de educación, y cuya agenda tiene muchos puntos dignos de admiración. No obstante, en la agenda del presidente encontramos algunas omisiones importantes.

    ¿Qué hay del plan de estudios? Casi todas las naciones con las que nos comparamos negativamente en términos de calidad de la educación tienen un plan de estudios coherente para las asignaturas más importantes, por ejemplo las matemáticas. En cambio, nosotros tenemos libros de texto confusos y llenos de informaciones superfluas que tienen un poco de cada para que todos queden contentos. Eso debería cambiar.

    ¿Qué hay del aprendizaje y de la formación? Las fuerzas cognitivas nos han aportado una gran riqueza de conocimientos acerca de cómo conseguir una formación más eficaz en las clases, pero dichos conocimientos no se incorporan a la enseñanza. Trasladarlos a la práctica escolar nos llevará mucho más lejos que los programas de capacitación para profesores que usted desea fomentar y que, según demuestra un reciente estudio federal, son ineficaces.

    ¿Qué hay de la tecnología? Dentro de veinte años, gran parte de lo que sucede en las clases tradicionales se llevará a cabo seguramente a través de comunidades de aprendizaje virtual y programas de formación. ¿Cómo invertirá la nación para aplicar en la educación nuestro actual liderazgo internacional en el terreno de la informática? ¿Por qué no aplicar nuestro poderío en ese campo para dejar atrás a nuestros competidores internacionales en materia de educación?

    ¿Qué hay de la eficiencia y la productividad? Nuestro gasto en educación por estudiante es mayor que el de ninguna otra nación. ¿No deberíamos estar buscando formas de obtener más de las inversiones actuales antes de duplicarlas?

  4. Extender las escuelas independientes financiadas con fondos públicos, y ampliar las horas de clase diarias y el año escolar para conseguir más tiempo de enseñanza y aprendizaje.