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Commentary

La última oportunidad del Presidente Calderón

Con el atroz aumento en la tasa de homicidios, en México que ya sobrepasa los 3.000 en lo que va de 2010, la “guerra contra las drogas” del Presidente Calderón aún tiene pendiente el logro de la paz y la estabilidad en su país. Es posible que Calderón tenga una última oportunidad de forjar su legado durante sus reuniones en Washington esta semana. Los carteles de la droga mexicanos han demostrado que son difíciles de vencer, esto ha ocasionado que los ciudadanos cuestionen la estrategia de su gobierno como la opción más acertada para seguir adelante. Sólo en Ciudad Juárez, Calderón ha desplegado 10.000 efectivos del ejército y de la policía federal con la intención de sofocar la violencia que cobra un promedio de seis víctimas diarias en esa ciudad fronteriza.

El primer problema es que el Plan Mérida, el pacto entre Estados Unidos y México para combatir el tráfico de drogas y la violencia que se desprende del mismo, no ha tenido México el mismo efecto que el Plan Colombia ha tenido en Colombia. Un factor es que los fondos establecidos para esta campaña no satisfacen las necesidades crecientes de equipo y entrenamiento de los organismos mexicanos encargados de hacer cumplir la ley. Por otra parte, la Iniciativa Mérida enfrenta varias cuestiones de soberanía: México necesita más equipo y entrenamiento en terreno por parte de los militares estadounidenses, pero no está dispuesto pedir ayuda. Más aún, México no parece tener voluntad de ceder ante ningún cambio a su actual sistema de justicia militar, que es una cuestión importante para muchos grupos en Washington.

Sumado a esta serie de obstáculos, la decisión de los Estados Unidos en 2004 de despenalizar el comercio de armas en la frontera ha otorgado de forma indirecta más poder a los carteles de la droga mexicanos. Calderón necesita regresar a casa con cierto nivel de compromiso por parte de la administración de Obama de que se hará un cambio a la política del comercio de armas. Lo ideal sería que Estados Unidos ratificara el protocolo de las Naciones Unidas contra la fabricación y el tráfico ilícitos de armas de fuego. En esta coyuntura, la opción más efectiva podría ser el establecimiento de un plan de seguridad conjunto que aborde esta cuestión.

Además del nuevo plan para encarar la guerra contra las drogas, Calderón debe presionar al Presidente Obama para que impulse la reforma migratoria. La ley SB1070 de Arizona le brinda una oportunidad para que presione sobre la necesidad de otorgar permisos de trabajo temporal a una mayor cantidad de ciudadanos mexicanos. De este modo los empleadores estadounidenses ya no tendrían el incentivo de contratar a trabajadores indocumentados, y los inmigrantes podrían trabajar bajo las normas y reglamentaciones estadounidenses. Entre tanto, México debería dejar en claro a los habitantes de Arizona que, como consecuencia de la nueva política antiinmigrante, la forma acostumbrada de hacer negocios ya no aplica. Las rutas de comercio deberían dar preferencia a otros estados y pasos fronterizos.

En lo que respecta a la inmigración, Calderón debería instar a que los Estados Unidos aprendan del reciente plan de reforma de Brasil, bajo el cual a los extranjeros indocumentados que entraron al país de forma ilegal se les otorgó un plazo de 180 días para solicitar la residencia temporal, seguido de la expedición de un documento de identidad con validez por dos años. Casi 300.000 bolivianos indocumentados que viven en Brasil se beneficiaron gracias a esta medida.

Para poder lidiar tanto con las drogas como con la inmigración ilegal, México necesita renovar su economía. En general, el crecimiento promedio de México ha sido terriblemente bajo. Durante las últimas dos décadas, únicamente en 1997 y 2000 la producción aumentó por encima del 4 por ciento, lo cual equivale al crecimiento promedio en Latinoamérica. Con una economía revitalizada, México tendría la capacidad necesaria para ofrecer a sus ciudadanos oportunidades de empleo sostenibles.

Permitir que los camioneros mexicanos transporten sus cargas dentro de los Estados Unidos es importante, pero no resolverá el problema. Lo que México necesita es un mercado más amplio, no sólo en los Estados Unidos, sino en todo el hemisferio. Entretejer todos los acuerdos de libre comercio que los Estados Unidos ha firmado desde Chile hasta Canadá en un mercado común, pondrá las manufacturas mexicanas en una posición ideal para competir con Brasil y recuperar parte de su influencia en la región.

Sólo mediante la implementación de estas medidas el Presidente Calderón conseguirá efectuar un cambio el presente violento y volátil de su nación, y construir un futuro más estable y próspero. Sus palabras y sus acciones durante el transcurso de su visita a Washington lo dirán todo, y podrían cambiar completamente la situación en México.