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Turismo en Cuba

En la ola hacia la prosperidad sostenible

A tourist boat in Cuba

En la actualidad el turismo se encuentra en auge en Cuba. Dos grandes shocks internacionales que afectaron la economía de la isla han contribuido a esa nueva realidad.

Uno de ellos fue negativo: los principales socios comerciales internacionales de Cuba (Venezuela, Brasil, China) van perdiendo su afán por subsidiar la anémica economía cubana, lo que dio un nuevo sentido de urgencia al aumento de las exportaciones, en perenne letargo, y obligó a las autoridades cubanas a buscar nuevas fuentes de moneda extranjera.

El segundo shock fue positivo: tras el acercamiento de diciembre de 2014, Estados Unidos flexibilizó significativamente las restricciones a los viajes a la isla y los posibles turistas de otras naciones comenzaron a percibirla de forma distinta. En consecuencia, los arribos de turistas se incrementaron en más de un 16% en 2015, alcanzando los 3,5 millones. En la actualidad, los viajantes estadounidenses, incluidos los pertenecientes a la diáspora cubana, representan cerca de un 14 por ciento de los nuevos arribos. Se espera que esa cifra aumente a aproximadamente el doble en 2016.

La industria tiene un enorme potencial gracias a las playas encantadoras, a los diversos lugares considerados sitios históricos por las Naciones Unidas y a una cultura vibrante. Además, Cuba sigue teniendo un volumen relativamente bajo de turistas. Con una administración adecuada, podría concretarse sin problemas la expansión planeada y convertirse en un motor de ingresos cada vez mayores para toda la nación.

La industria del turismo ya realiza un aporte importante a la economía de la isla. Los trabajadores públicos y privados del sector turístico perciben los beneficios directos que surgen del empleo y de los ingresos; miles de proveedores aprovechan las ventas a la industria y los negocios privados emergentes se benefician de las casas particulares que brindan alojamiento, del transporte en taxi y de los restaurantes. No obstante, la industria se ha rezagado progresivamente respecto de otros países de la región en lo que respecta a la calidad de sus ofertas y servicios. Las restricciones impuestas por el Gobierno al comercio exterior, a los mercados laborales y a las compras locales de insumos han hecho que los ingresos que la industria le proporciona a Cuba como porcentaje del PIB sean aproximadamente la mitad de los de la República Dominicana y Costa Rica, sus vecinos de la Cuenca del Caribe.

El Gobierno prevé incrementar la cantidad de visitantes a más de 10 millones en 2030. Con ese fin planea añadir 108.000 habitaciones nuevas, principalmente en complejos vacacionales costeros, financiándolas con el flujo de fondos interno de los conglomerados estatales. ¿Cuán factibles son estas metas? Si aplicamos las normas de la industria estimamos que Cuba debería invertir alrededor de 33.000 millones de dólares en los 15 años que restan hasta 2030 para lograr estos objetivos, lo cual constituye un monto considerable en comparación con el tamaño general de la economía cubana (87.000 millones de dólares según fuentes oficiales). Habida cuenta del bajo nivel de ahorro interno y de las políticas actuales parece poco probable que el país pueda alcanzar estas ambiciosas metas.

Tres empresas estatales dominan el sector. El conglomerado más grande, Gaviota, depende del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (MINFAR) y es responsable de cerca del 25 por ciento del total de habitaciones disponibles para turistas internacionales. Al menos dos tercios de las habitaciones de hoteles operan con colaboración extranjera, y la mayoría de los hoteles adopta la modalidad de contratos de administración. Los emprendimientos conjuntos con capital extranjero son la excepción más que la regla.

Al mismo tiempo se registra un rápido aumento de las casas particulares, que en la actualidad ofrecen casi un cuarto de las habitaciones disponibles a las visitantes internacionales. Las casas particulares han captado cuantiosos ahorros externos (todos coinciden en que se debe principalmente a remesas de parientes y amigos) a la vez que su titularidad legal se ha mantenido en manos de los cubanos que residen en la isla. Junto con los paladares, las constructoras privadas y otros servicios turísticos, estas casas particulares constituyen un grupo dinámico de empresas privadas que, según nuestros cálculos, representan alrededor del 30 por ciento de la industria turística actual.

 

Políticas recomendadas

Políticas cubanas para promover el crecimiento sostenible

A pesar de estos desafíos la consecución del objetivo de 10 millones de turistas planteado por Cuba resulta muy factible, aunque únicamente se logrará si el Gobierno adopta nuevas políticas que reemplacen las actuales que implican trabas al crecimiento. Entre las más prominentes se hallan las mencionadas a continuación.

  • En lugar de tratar de financiar casi todas las inversiones hoteleras previstas con el flujo de fondos interno, el país podría movilizar más ahorros externos mediante la aceptación de mayores inversiones extranjeras. Para el sector hotelero y la industria en sentido amplio (incluido el golf y otras actividades de ocio) ese objetivo exige reglas más claras para atraer inversiones extranjeras y dinamizar los procesos de aprobación excesivamente discrecionales que han retrasado muchos proyectos de larga gestación.
     
  • El prometedor sector de las casas particulares podría atraer un aumento repentino de divisas si los cubanos pudieran ser propietarios de más de una residencia privada. La simplificación de la estructura impositiva aplicable a las empresas y a los propietarios privados generaría incentivos para el ahorro y la inversión. La modificación de la reglamentación y el sistema de impuestos a la nómina promovería nuevos empleos, en lugar de desalentarlos como sucede hoy en día.
     
  • En la actualidad el Gobierno extrae recursos del sector turístico mediante una serie de instrumentos que frustran seriamente el crecimiento. El más distorsionante es el sistema de doble moneda y de doble tipo de cambio. El reemplazo progresivo de esta compleja estructura de racionamiento de divisas por un moderno régimen cambiario e impositivo le daría valiosos recursos al Estado para invertir en salud, educación, rehabilitación urbana y otras prioridades. Entre los nuevos tributos se podría incluir un impuesto al valor agregado (IVA) para hoteles y servicios turísticos, así como un impuesto sobre la propiedad e impuestos a la renta corporativa.
     
  • La renovación de los sistemas de fijación de precios aplicables a insumos críticos, junto con la implementación de reformas cambiarias, abrirían el camino a la profundización de los efectos de la industria en términos de empleo y conexión. Si bien el Gobierno ha adoptado medidas para liberalizar aspectos secundarios de la industria (como en el caso de restaurantes y taxis) sus esfuerzos han sido irregulares e incongruentes, en especial en el campo de la agricultura. La introducción gradual de precios de mercado en la producción de alimentos acompañada de la conservación de las tiendas estatales para atender a grupos de bajos ingresos beneficiarios de subsidios brindaría incentivos para que los agricultores amplíen la oferta, sustituyan las importaciones e incrementen los réditos.
     
  • Todo esto implicaría un cambio de estrategia en dirección a un aumento de la calidad y del valor agregado nacional. Cuba aspira a captar mercados de mayores ingresos, lo cual implica invertir en servicios e instalaciones de mejor calidad, así como en una mayor capacitación para el personal. Es posible que a Cuba le convenga salpicar la isla con instalaciones más pequeñas y personalizadas que ofrezcan una experiencia ecológica y auténtica en lugar de enfocarse tan intensamente en los grandes complejos vacacionales.
     
  • Finalmente, el aumento de la conectividad tiene una alta prioridad. Ya se han abierto nuevas conexiones aéreas. Igual importancia reviste la mejora de la conectividad de Internet, tanto como parte de los esfuerzos por brindar una experiencia de calidad a los visitantes como para alentar las transacciones gerenciales y financieras que son fundamentales para una industria de primera clase.

Políticas estadounidenses para promover la industria

Estados Unidos, en pos de sus propios intereses nacionales, debería respaldar el desarrollo de la industria turística. La industria estadounidense cuenta con los servicios más sofisticados del mundo, aunque durante las últimas décadas ha cedido a sus competidores europeos y canadienses una posible participación en el mercado cubano. En contraste, podría convertirse en un socio en el desarrollo de la industria:

  • Estados Unidos debería seguir dispuesto a respaldar la reforma económica en Cuba, particularmente mediante la liberalización continua de los viajes y los vuelos de aerolíneas comerciales, la promoción de las conexiones de telecomunicaciones y una mayor apertura a las operaciones financieras.
     
  • El Gobierno de Estados Unidos podría otorgar una licencia general para que las empresas estadounidenses participen en el sector turístico, firmen contratos de administración y formen emprendimientos conjuntos. Resulta contradictorio permitir un aumento en la cantidad de visitantes de Estados Unidos al tiempo que se prohíbe que las empresas de ese país presten su ayuda para el desarrollo de la infraestructura y de los servicios relacionados.
     
  • Estados Unidos debería alentar a Cuba a relacionarse con las instituciones financieras internacionales, reconociendo que tales relaciones dan lugar a nuevas responsabilidades junto con el acceso a información nueva, conocimientos y, con el tiempo, financiación.
     
  • A fin de promover prácticas de sostenibilidad, debería alentarse a las cadenas hoteleras y a los inversores estadounidenses a que implementen prácticas de responsabilidad social corporativa de alta calidad. Como parte de esta medida, la facilitación de alianzas entre ONG ambientales y organizaciones homólogas cubanas, así como entre el Servicio de Parques Nacionales de Estados Unidos, la Agencia de Protección Ambiental y otros organismos estadounidenses con las capacidades de gestión y la tecnología de las que carece el Gobierno cubano, puede contribuir a preservar el medioambiente en la Cuenca del Caribe.
     

 

Próximos pasos

Tras las elecciones de noviembre en Estados Unidos hay quienes sostienen que debe darse marcha atrás a la apertura a Cuba. Hacerlo sería contraproducente para los intereses de Estados Unidos por tres motivos:

En primer lugar, los cubano-estadounidenses y los demás ciudadanos estadounidenses que cumplen con ciertos criterios bien definidos para visitar la isla aceleran el papel de los empresarios individuales y familiares que integran el vibrante grupo turístico privado, cuya expansión favorece claramente los intereses nacionales de Estados Unidos, además de aumentar los ingresos de los trabajadores de todo el sector turístico.

En segundo lugar, hay quienes alegan que todos los gastos de los visitantes benefician principalmente al ejército cubano. Sin embargo, tal como demuestra este ensayo, si bien Gaviota (la empresa turística perteneciente a las FAR) tiene una participación significativa en el mercado, la mayoría de las habitaciones de hotel pertenecen a casas particulares o a empresas estatales no controladas por las FAR. Incluso en el caso de los hoteles de Gaviota la mayor parte de la recaudación se distribuye en forma de salarios a los ciudadanos cubanos comunes, a los proveedores privados y a las cooperativas que actúan como proveedores, o a otras empresas estatales que también emplean a ciudadanos comunes. Por otra parte, resulta difícil sostener que la participación del ejército en el sector turístico le brinda acceso a recursos que su posición dentro del Gobierno en su totalidad no le otorgarían.

En tercer lugar, es posible que una reimposición de restricciones a los visitantes o al comercio privado estadounidenses reduzca los ingresos turísticos en detrimento del ciudadano cubano común, aunque tendría un efecto limitado en la expansión de la industria debido a que los europeos, los latinoamericanos y los habitantes de otras partes del mundo continuarán su relación cada vez más estrecha con la economía de la isla.

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