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Hacia una democracia de nueva generación

La ocasión para tomar el pulso a la situación política, económica y social de la región no pudo ser más oportuna. La primera sesión del Foro sobre Democracia de Nueva Generación en las Américas, tuvo lugar el lunes 24 de agosto en Bogotá, mientras se producía el desplome de la bolsa china y arrastraba al resto de las bolsas, el Índice de materias primas de Bloomberg registraba el nivel más bajo de los últimos 16 años, la crisis política se agudizaba en Guatemala ante la negativa del presidente Pérez Molina de renunciar a su cargo y, por si todo esto fuese poco, el régimen de Maduro ordenaba el cierre de la frontera con Colombia, generando una crisis humanitaria y tensionando fuertemente la relación con el gobierno del Presidente Juan Manuel Santos.

El Foro, convocado por el Club de Madrid, IDEA Internacional, FLASCO y la Fundación Buen Gobierno, sesionó en la Universidad de los Andes del 24 al 26 de agosto. Participaron en él siete ex presidentes y ex primeros ministros, entre ellos la ex presidenta Laura Chinchilla, así como el presidente Santos, el Secretario General de la OEA, Luis Almagro y el Secretario General de IDEA Internacional y ex Primer Ministro de Bélgica, Yves Leterme.

El debate, muy rico, giró sobre una gran variedad de temas imposibles de abordar en su totalidad en este articulo. De todos ellos, he seleccionado los siguientes seis.

1. Hubo consenso en que América Latina vive un nuevo ciclo económico, sobre todo América del Sur, caracterizado por un débil crecimiento económico consecuencia de la combinación de tres factores: desaceleración china, caída de los precios de las materias primas e inminente subida de los intereses en Estados Unidos. El FMI proyecta para este año un anémico crecimiento de 0.4% de promedio regional. 

2. Los participantes coincidieron, asimismo, en que la gran mayoría de los países deberán concretar, con carácter urgente e inaplazable, las reformas que no hicieron durante los años de vacas gordas. Estas deben ir dirigidas a diversificar la matriz productiva y exportadora, incrementar la competitividad (verdadero Talón de Aquiles de América Latina), invertir fuertemente en educación, innovación e infraestructura, todo ello con el objetivo de modernizar el modelo de desarrollo y ayudar a la región a insertarse estratégicamente en el nuevo escenario global. 

3. Una de las principales cuestiones que atravesó la mayoría de los debates fue de qué manera la desaceleración económica puede poner en riesgo los importantes avances sociales que alcanzó la región durante la década pasada, y qué consecuencias podría tener, en el terreno de la gobernabilidad democrática, un deterioro de las condiciones sociales de una ciudadanía cada vez más consciente y exigente de sus derechos. De no encontrar soluciones efectivas a estas interrogantes probablemente en algunos países veremos mayor conflictividad social y una gobernabilidad mas compleja.

4. La prioridad pasa por blindar las importantes ganancias sociales logradas durante la pasada década cuando 70 millones de personas salieron de la pobreza. Debido a estos avances, la realidad social de América Latina cambió drásticamente, y para bien: pero desde 2012 la reducción de la pobreza y la desigualdad, según la CEPAL, se ha estancado. Para ello es preciso que los gobernantes expliquen satisfactoriamente a la ciudadanía el nuevo ciclo que atraviesa la región y cuáles serán sus consecuencias, así como la necesidad de lograr acuerdos multipartidistas y multisectoriales (gobierno, partidos políticos, sector privado, sindicatos, sociedad civil) dirigidos a manejar la crisis y sus efectos, transparentando el reparto de los costos según la capacidad de cada sector. Mantener y profundizar las conquistas sociales en un entorno de crecimiento más bajo demanda políticas públicas más eficaces, las cuales a su vez presuponen un Estado moderno y estratégico, abierto, transparente, que rinde cuentas, con una burocracia profesional y moderna y suficiente fiscalidad.

5. La necesidad de mejorar la calidad de la democracia y la integridad de las elecciones concitó gran atención en nuestros debates. Las encuestas de opinión muestran claramente que la ciudadanía apoya la democracia pero que existe insatisfacción con su funcionamiento y un alto grado de desconfianza con las instituciones y la política. En un buen número de países, los partidos son percibidos como instituciones en declive y altamente corruptas.

De ahí la urgente necesidad —advirtió el ex presidente Ricardo Lagos— de recuperar la legitimidad y credibilidad de las instituciones, en especial de los partidos políticos para reconectarlos con la ciudadanía. Para ello es imprescindible modernizarlos, democratizarlos internamente, transparentar su financiamiento y darles un contenido programático. Como bien expresó Yves Leterme: “tenemos instituciones del siglo XIX para resolver problemas de sociedades del siglo XXI”.

Una democracia de calidad —señaló la ex presidenta Laura Chinchilla— debe ser inclusiva y tolerante, capaz de garantizar la libertad y los derechos humanos, ser eficaz (dar resultados) y respetar la división de poderes, el pluralismo y la alternancia. Por ello no basta, como bien alertó el ex presidente Alejandro Toledo (citando la Carta Democrática Interamericana), refiriéndose al peligro de los nuevos autoritarismos, con que exista legitimidad de origen, debe existir también legitimidad de ejercicio. 

El fortalecimiento de los poderes judiciales y de los órganos de fiscalización para garantizar seguridad jurídica y una lucha frontal contra la corrupción fue otra de las prioridades identificadas por los participantes.

6. Como resulta obvio, en un análisis sobre la realidad latinoamericana no podía estar ausente el proceso de Paz colombiano ni las elecciones parlamentarias venezolanas del próximo 6 de diciembre. Sobre el primer tema, el presidente Santos expresó su optimismo de poner fin al conflicto en un plazo breve. Señaló, asimismo, que las partes están buscando encontrar un equilibrio entre justicia y paz: “tanta justicia como permita la paz”.

La segunda cuestión mereció un alto grado de atención. Varios participantes expresaron su preocupación de que las elecciones venezolanas no lleguen a celebrarse o bien, de llevarse a cabo, que no existan suficientes garantías internas ni supervisión electoral internacional que garantice una competencia libre, justa y equitativa. El Secretario General de la OEA expresó en el Foro, de manera clara y expresa, el interés de su organización en enviar una misión de observación electoral manifestando que, pese a la negativa actual del régimen venezolano a dicho ofrecimiento, él seguirá insistiendo ya que la OEA tiene un muy buen récord y prestigio en el campo de la observación electoral y por ello esta en condiciones de hacer un aporte técnico que sirva a todas las partes.

Mi opinión: El viento de cola externo dejó de soplar y Latinoamérica debe adaptarse rápida y estratégicamente a un contexto externo mucho más complejo, volátil e impredecible.

La región (más allá de su heterogeneidad) está dejando atrás una “década dorada” e ingresa a una nueva etapa que viene acompañada de grandes desafíos que demandan un liderazgo político que esté a la altura de las nuevas realidades.

América Latina necesita recuperar niveles de crecimiento económico altos y ecológicamente sostenibles; blindar los avances sociales logrados; modernizar y fortalecer sus instituciones, y mejorar la calidad de sus democracias. Debe, asimismo, fortalecer su proceso de integración para resolver de manera colectiva sus problemas y desafíos. En un escenario global de “países continentes” —al decir de Lagos— o nos integramos y aprendemos a hablar con una sola voz en defensa de nuestros intereses o corremos el riesgo de volvernos irrelevantes.