La Cumbre de las Américas fue un evento positivo para las relaciones entre los países de América Latina. Ahora solo hay una Venezuela, hace 30 años había muchos países con problemas de derechos humanos y con problemas de guerra interna. La situación definitivamente ha cambiado en la región, aunque el problema del crimen siga siendo muy grave en algunas áreas. En países como Chile, Perú, Colombia y Brasil las cosas han mejorado en muchas dimensiones.
Además, la imagen de Estados Unidos en la región ha cambiado. En esta ocasión el Presidente Barack Obama pudo venir demostrando que había hecho algunas cosas por accionar ejecutivo, por ejemplo: las reformas de inmigración, el fin del embargo a Cuba y posibilidad de reformas en el sistema de drogas.
Estados Unidos le demostró a América Latina en la cumbre que ha cambiado y ahora el balón está del lado latinoamericano. En Latinoamérica aún existen tres grandes grupos: países grandes y prósperos, países con institucionalidad frágil y con necesidad de ayuda (Centroamérica y el Caribe) y los países del ALBA, los cuales aún no quieren trabajar con Estados Unidos, pero no amenazan gravemente la seguridad de Estados Unidos, por lo cual el gobierno puede ser paciente para que cambien.
LA OEA seguirá perdiendo importancia. El Nuevo Secretario General simpatiza mucho con Unasur y no parece tener la voluntad de recuperar espacios. El problema es que muchos de los mecanismos que existen para tratar temas regionales son parte del sistema de la OEA (por ejemplo, la Corte Interamericana de Derechos Humanos). Cuando se diseñaron estos aparatos, entre los 80 y los 90, había más consensos en la región acerca de ciertos temas, pero esos consensos se han perdido y esos mecanismos ya no funcionan.
Lo grave es que la Unasur, la cual ha asumido un papel más importante, no ha mostrado la capacidad de poder resolver estos problemas porque no tiene el cuerpo de derecho internacional que tiene la OEA y no tiene el consenso de la región. La institucionalidad de este nuevo organismo es todavía muy magra.
Estas son otras valoraciones según los países:
Ecuador y Bolivia
La situación de Ecuador es interesante porque, por un lado, tiene un presidente que tiene aspectos caudillistas y populistas, el cual ha reforzado el poder de la presidencia y puede tomar decisiones de formas arbitraria y no hay muchos en el país que le puedan decir no. Pero, por otro lado, a diferencia de Venezuela, ha manejado bastante bien la economía, ha cuidado los recursos, ha invertido en infraestructura y ha mejorado la relación China. Todo esto le da mucho campo en el accionar político porque no es vulnerable en el campo económico.
Lo mismo sucede en Bolivia, el presidente Morales es de corte populista, con mucha autoridad presidencial y capacidad de actuación arbitraria, pero tiene una base económica muy sólida.
Chile
He conversado con políticos de diversos partidos en Chile sobre los recientes casos de corrupción, el más grave involucra al hijo de la presidente Bachelet, y lo interesante es que la preocupación por la corrupción en Chile es transversal y esto es un signo de madurez. Los chilenos se sienten exageradamente mal con respecto a este tema y hay voluntad para resolverlo. Ahora falta esperar a que Michelle Bachelet anuncie una serie de medidas creíbles en contra de la corrupción.
Argentina
Es aún temprano para predecir quién ganará las elecciones en Argentina, pero definitivamente habrá un cambio, gane quien gane. Veo a Macri bastante bien, pero Scioli está apoyado por el kirchnerismo y Massa tiene claro su papel. El principal problema en Argentina es el de la gobernabilidad después de la elección porque siempre que el presidente ganador no es peronista, este grupo, con gran poder, le causa problemas. Massa, un antiguo peronista, parece que podría manejar mejor este tema que Macri.
Argentina tiene la gran posibilidad de recuperar el crecimiento económico si logra resolver sus diferencias con los mercados internacionales. La ventaja es que Argentina no está excesivamente endeudada, por lo que no tendrá mayor problema en empezar a crecer de nuevo.
Venezuela
El problema con Venezuela es un político y económico. Hay un sistema hiperpresidencial, el cual ha tomado decisiones sobre políticas públicas muy costosas, y el 95 por ciento de los ingresos internacionales del país provienen del petróleo.
En la actualidad, Venezuela importa más del 70 por ciento de la canasta básica y esto se ha acentuado. La nacionalización de la mayoría de industrias destruyó la producción nacional y esto ha ocurrido en un momento en el que el precio del barril de petróleo ha caído de 110 dólares a casi 45 dólares. Hay que recordar que cada dólar que baja el precio del barril de petróleo significa una pérdida de 650 millones de dólares por año de ingreso, lo cual es mucho dinero.
Venezuela está obligada a importar 40 mil millones de dólares de productos y tiene que pagar al año 12 mil millones de dólares de intereses por su alta deuda externa. Con el actual precio del petróleo, sus ingresos se acercan a 32 mil millones de dólares y cuenta con reservas de 20 mil millones de dólares, por lo cual, hay problemas para que las cuentas cuadren y Venezuela se ha visto obligado a vender activos en el exterior, pero las soluciones se le están terminando.
Brasil
Brasil va a tener que resolver el escándalo de corrupción de Petrobras para seguir creciendo porque Petrobras es una parte muy importante de la economía. Pero, por suerte, en Brasil el sistema judicial tiene bastante independencia y los fiscales que están trabajando el caso son personas dedicadas con ideas muy modernas acerca de cómo hacer avanzar el caso.
La parte política del caso va a tomar más tiempo en resolverse porque debe pasar por la Corte Suprema, pero la parte del sector privado avanzará más rápido porque eso pasa por la justicia orgánica del país.
Si Brasil resuelve el caso de corrupción, y ahora que tiene una nueva ley anticorrupción, van a poder establecer unos nuevos estándares para bajar la corrupción y nuevas normas de conducta para los funcionarios públicos, lo cual es muy bueno para Brasil en el largo plazo.
Otra cosa importante, es que Dilma Rousseff manejó directamente la economía durante su primer gobierno y los resultados no fueron buenos. Ahora ha delegado muchas más responsabilidades en su nuevo ministro de Finanza, Joaquim Levy, y puede ser que las cosas mejoren.
Este artículo fue publicado inicialmente por elsalvador.com.
Commentary
Op-edOEA retrocede y región se mantiene inestable
May 1, 2015