En el Brasil de los años 80, una propaganda de vodka Orloff mostraba a una persona que, al prepararse para salir una noche de sábado, veía en el espejo del baño a otro parecido a él, pero arruinado por la resaca que lo miraba y sentenciaba: ” Eu sou você amanhã “. La publicidad cerraba con un ” Pense em você amanhã. Exija Orloff hoje ” (el supuesto inverificable era, claro, que Orloff no dejaba resaca).
En Brasil se llamó “efecto Orloff” al carácter pionero de la Argentina en los planes de estabilización de precios (variantes de las tablitas cambiarias) y a la sensación ominosa que el fracaso argentino despertaba en el país vecino. Cuando, emulando a la Argentina, Brasil implementaba su plan de precios y salarios unos meses más tarde, el plan argentino ya comenzaba a mostrar sus fisuras debajo del maquillaje. Brasil se miraba en el espejo argentino y pensaba: ése soy yo mañana.
El mundo ha cambiado desde entonces. La inflación dejó de ser un problema endémico en los años 90, con la desdolarización financiera de la década siguiente el ancla cambiaria fue abandonada a favor de una intervención cambiaria en la dirección contraria (priorizando un dólar alto antes que un dólar bajo) y hoy Brasil sólo emula a la Argentina en su gesta sojera.
Commentary
Op-edRegresa el “Efecto Orloff”
December 19, 2011