Éste artículo fue adaptado de una columna originalmente publicada en inglés por The Hill.
El éxodo masivo de venezolanos a Colombia y otros países de Sudamérica tiene el potencial de convertirse en la mayor crisis de refugiados desde el estallido de la guerra civil siria.
Por el momento se desconocen estadísticas precisas al respecto, debido a que una gran proporción de los venezolanos que cruzan por vía terrestre hacia Colombia y Brasil lo hacen ilegalmente. Muchos de ellos carecen de pasaportes y otros documentos migratorios. Si bien según cifras oficiales el número de residentes venezolanos en Colombia es 600.000, observadores sobre el terreno estiman que el número real es significativamente mayor. Fuentes no oficiales indican que el número total de venezolanos que han salido del país desde 1999 se ubica entre 2 y 4 millones—entre el 7 y el 13 por ciento de la población—de los cuales la gran mayoría huyó a partir de 2014.
El costo de recibir a tal cantidad de refugiados podría ser sumamente alto. Ya hay indicios de desgaste en las comunidades fronterizas y, a este ritmo, los recursos en manos de las ciudades receptoras no serán suficientes para cubrir los costos. Durante la guerra civil en Siria, la comunidad internacional puso a disposición sumas importantes de recursos para ayudar a los refugiados así como a los países receptores. Lo mismo no ha occurido en el caso venezolano. Frente a una Colombia y Sudamérica que luchan día a día para hacer frente a la afluencia masiva de venezolanos, la respuesta de la comunidad internacional no ha sido muy clara. De hecho, no existe ni siquiera una conversación pública sobre los costos asociados a recibir y atender a los refugiados venezolanos, y mucho menos sobre cómo compartir dicha responsabilidad de forma justa y equitativa entre los diferentes actores relevantes.
En parte, esto se debe a que la comunidad internacional aún no ha reconocido formalmente a los exiliados venezolanos como refugiados. Sin embargo, según el derecho internacional—en concreto, la Declaración de Cartagena Sobre Refugiados de 1984—y a la luz de la crisis humanitaria en curso, los incesantes ataques del gobierno sobre el estado de derecho, y la progresiva erosión de la libertad y democracia en el país, hay suficientes razones para categorizar a estos emigrantes como refugiados.
Sin embargo, aún dejando la definición legal de lado, otro motivo por el cual la discusión no ha tenido lugar es que no existe una idea clara sobre los costos asociados a recibir refugiados en Sudamérica. Sin embargo, es posible realizar cálculos que aclaren al menos el orden de magnitud de los recursos necesarios. Los costos de acoger y asistir a un refugiado sirio durante un año en Alemania, Turquía y Jordania (tres de los mayores receptores de sirios) se estiman entre $3.000 y $10.000 dólares americanos. Estas cifras incluyen la provisión de servicios básicos como vivienda, alimentación y salud. Ajustando estas cifras por diferencias en costo de vida y poder de compra, en Sudamérica estos costos corresponden a entre $2.000 y $6.500 dólares, dependiendo del país receptor. En Colombia, por ejemplo, el costo anual sería entre $2.500 y $5.000 dolares. En el resto de Sudamérica, el costo promedio sería aproximadamente $1.000 dólares más alto.
Supongamos ahora un escenario en el cual 1 millón de refugiados venezolanos huyen del país en 2018. Asumamos también que la mitad de estos refugiados llegaría a Colombia, mientras que la otra mitad se esparciría por el resto de Sudamérica. En este caso, el costo total de reasentar a estos refugiados por un año estaría entre $2.800 y $5.200 millones de dólares (ver gráfico interactivo abajo). A modo de referencia, en año 2017 el gobierno de Jordania gastó aproximadamente $1.700 millones para albergar a unos 650.000 refugiados sirios.
La crisis de refugiados venezolanos ha adquirido proporciones globales, y su costo no debe ser asumido únicamente por los vecinos regionales de Venezuela: La comunidad internacional tiene la responsabilidad de proteger a los migrantes y refugiados del mundo, y de brindar apoyo a aquellos países que los asisten. Al menos, esto es a lo que se comprometió el mundo cuando por consenso adoptó la Declaración de Nueva York para los Refugiados y los Migrantes en la Cumbre de las Naciones Unidas de 2016.
Dado el fracaso absoluto hasta el momento de todos los esfuerzos para solventar una restauración de la democracia en Venezuela e instaurar nuevamente el orden constitucional—lo cual sería el primer paso para frenar la crisis humanitaria—lo más importante que la comunidad puede hacer en este momento es enfocarse en mitigar la crisis de refugiados y proveer ayuda financiera a los paises receptores.
Es hora de que la comunidad internacional—incluyendo el sistema de las Naciones Unidas, las instituciones financieras internacionales, y demás actores privados, públicos, y multilaterales—trabaje de manera conjunta para movilizar los recursos necesarios para asistir a paises receptores y proveer soluciones concretas a esta crisis. De esta manera podrá ayudar al pueblo venezolano en esta terrible tragedia que le está tocando afrontar.
Commentary
Op-edPaíses vecinos necesitan ayuda para lidiar con crisis de refugiados venezolanos
March 9, 2018