En nuestra región no sólo tendrán lugar siete elecciones presidenciales —Costa Rica, El Salvador, Panamá, Colombia, Bolivia, Brasil y Uruguay— sino que, además de comicios locales, regionales y legislativas en Ecuador, Colombia, Perú y Haití, también se celebrará el Campeonato Mundial de Fútbol en Brasil.
Persisten la pobreza, la desigualdad y la inseguridad
De 2013 a 2016, 17 de los 18 países latinoamericanos (salvo México) llevarán a cabo elecciones presidenciales. Este año, las elecciones se darán en un contexto de crecimiento económico moderado pero ligeramente superior al de 2013 —3,2% es la previsión de la CEPAL frente a 2,6% registrado el año anterior. No obstante la importante reducción lograda durante los últimos años, las cifras de pobreza e indigencia permanecen altas, con 164 millones de pobres y 66 millones de indigentes.
Seguimos siendo la región más desigual del mundo, y los elevados niveles de inseguridad hacen que éste sea el problema que más preocupa a la ciudadanía en la mayoría de los países. Reducirla de manera sostenible no será sencillo.
En el terreno político, y sin desconocer los significativos avances registrados en estas tres décadas, subsisten importantes amenazas como: regímenes populistas, híper presidencialismos, fiebre reeleccionista, corrupción, débiles estados de Derecho y acosos a la libertad de expresión.
Además, estos comicios se dan en medio de una creciente y persistente revolución de expectativas de las clases medias emergentes, como lo evidenciaron las protestas estudiantiles en Chile y las movilizaciones de 2013 en Argentina, Brasil, Colombia y Perú, que demandaban mejores servicios públicos, menos corrupción y mayor transparencia.
Reina el continuismo
El calendario electoral abarca tres países de América Central: Costa Rica, El Salvador y Panamá, y cuatro de América del Sur: Bolivia, Colombia, Brasil y Uruguay. La heterogeneidad política que caracteriza a la región está vigente en estas elecciones en las que compiten las tres tendencias políticas principales. La derecha y la centroderecha aspiran a continuar en el poder en Colombia y Panamá, y en El Salvador buscan recuperarlo. La izquierda moderada, por su parte, es favorita en Brasil y Uruguay, y podría ganar también en El Salvador. Por último, el “socialismo del siglo XXI” se mantendrá en Bolivia.
La tendencia mayoritaria es el continuismo. Los candidatos oficialistas son los claros favoritos en cinco de las siete elecciones: en Panamá el Cambio Democrático; en Colombia el santismo; en Bolivia el MAS; en Brasil el PT; y en Uruguay el Frente Amplio. En cambio, en Costa Rica y en El Salvador existe una situación de virtual empate entre los principales contendientes que, de mantenerse (las elecciones en ambos países tendrán lugar el 2 de febrero), podrían forzar a una segunda vuelta.
Las victorias del oficialismo se ven fortalecidas por la vigencia de la reelección con tres presidentes que buscarán su reelección consecutiva: Santos, Rousseff y Morales, y dos ex presidentes que, mediante la reelección alterna, intentan volver: Vázquez en Uruguay y Saca en El Salvador.
Lo anterior pone de manifiesto la debilidad de la mayoría de los partidos de oposición, que en un número importante de países demuestran no ser alternativas viables y creíbles para la población.
En al menos cinco de esos siete procesos quizás sea necesario ir a una segunda vuelta. Las dos excepciones son Panamá (que no la regula) y Bolivia (donde la victoria de Evo Morales parece asegurada en la primera vuelta). En el resto de los casos, ningún candidato alcanza el porcentaje requerido para ganar en la primera vuelta, por ahora. Pero, con seguridad, no todas esas segundas vueltas serán iguales. En los casos brasileño y colombiano todo hace prever que Rousseff y Santos vencerían cómodamente. En el caso salvadoreño, la disputa tendrá lugar entre el oficialista Sánchez Cerén (FMLN) y el derechista Norman Quijano (Arena). Lo mismo pareciera suceder en las elecciones de Costa Rica, como consecuencia del triple empate técnico que pareciera existir entre Araya [del oficialista PLN], Villalta [del izquierdista FA] y Guevara [del centro derecha ML], lo cual hace difícil prever quiénes pasarían a la segunda vuelta. En Uruguay cabe también la posibilidad de que haya una segunda vuelta, aunque el candidato oficialista —Tabaré Vázquez— lleva por el momento una clara ventaja.
Procesos que vale la pena seguir
¿Qué impacto tendrá el Mundial de Fútbol en las elecciones presidenciales de octubre en Brasil? ¿Cómo marcharán las negociaciones de paz en Colombia a la par de elecciones legislativas en marzo y presidenciales en mayo? Y en México, ¿qué resultados deberían comenzar a producir las reformas estructurales aprobadas el año pasado? ¿De qué manera hará frente Enrique Peña Nieto a la inseguridad y las autodefensas? Este año valdrá la pena seguir de cerca estos y otros procesos de gran importancia para nuestra región.
Asimismo, Venezuela afronta un año atípico sin elecciones, durante el cual el régimen de Maduro (que viene radicalizándose) tendrá que afrontar una delicada situación económica —alta inflación y desabastecimiento— y elevados índices de inseguridad —24.000 homicidios anuales—. En Argentina, la presidenta Fernández arranca un año complejo, con inflación superior a 25%, déficit fiscal en aumento, aguda crisis energética y fuerte pérdida de reservas. En el ámbito político, llega el fin del ciclo kirchnerista y la oposición comienza a posicionarse de cara a las elecciones presidenciales de 2015.
Mientras tanto, en Honduras, arranca el gobierno de Juan Orlando Hernández, quien se topará con su más fuerte opositor —Manuel Zelaya— en un Congreso muy fragmentado y sin mayoría. Este país centroamericano enfrenta ya la inseguridad más alta del continente y niveles de pobreza y corrupción difíciles de combatir.
En Chile, Michelle Bachelet regresa al Palacio de la Moneda en marzo y con altas expectativas. Entre ellas, la aprobación de una ambiciosa agenda de reformas —educativa, fiscal, constitucional y política— para oxigenar el sistema político y disminuir la desigualdad. Estados Unidos celebrará elecciones legislativas y, de los resultados, depende mucho lo que pueda lograr la administración Obama en sus últimos dos años. Se espera que algunos de los temas de campaña tengan relación con América Latina, como la inmigración.
Cuba será el anfitrión de la reunión de la CELAC, y habrá que ver si la estrategia de cambio controlado, impulsada por Raúl Castro para dinamizar la economía, se logra sin que nada cambie en la arena política del régimen. Es posible, asimismo, que se concrete un acuerdo con la Unión Europea que apunte a poner fin al bloqueo institucional que padece la isla desde 1996.
Y finalmente, habrá que observar de cerca los diferentes ritmos de los principales esquemas de integración, entre ellos: el estancamiento del ALBA, el dinamismo de la Alianza del Pacifico y un posible (y largamente esperado) acuerdo entre MERCOSUR y la Unión Europea.
Pocas caras nuevas, muchos retos
De confirmarse mis proyecciones, las siete elecciones presidenciales de 2014 (más las presidencias de Bachelet y Hernández que arrancan este año) no aportarán cambios importantes en el balance político regional. De estos nueve presidentes, tres continuarán —Santos, Roussef y Morales—, dos regresarán —Bachelet y Vázquez— y cuatro estrenarán traje de presidente —Hernández en Honduras, Arias en Panamá, y quienes resulten vencedores en Costa Rica y El Salvador—. En América del Sur no veremos ninguna cara nueva y, aunque las veremos en América Central, en dos (pero podrían llegar a ser tres o incluso cuatro) de los cuatro países se tratará de representantes de los partidos ya en el poder.
En América del Sur la izquierda moderada seguirá prevaleciendo —Argentina, Brasil, Chile, Perú y Uruguay—, el Socialismo del Siglo XXI se mantendrá en Bolivia —además de Ecuador y Venezuela—, pero sin expandirse. La centroderecha sólo estará presente en Colombia y Paraguay. En América Central, en cambio, la centroderecha y derecha seguirán vigentes en Guatemala, Honduras y Panamá, y está por verse qué sucede con las elecciones en Costa Rica y El Salvador. En Nicaragua, la aprobación de la reelección indefinida, destinada a garantizar la continuidad del presidente Ortega (también del Socialismo del Siglo XXI), fortalecerá aún más los rasgos autoritarios del régimen y tensionará el clima político.
En un contexto latinoamericano de moderado crecimiento económico y un maratón electoral, los gobiernos tendrán que hacer frente a las expectativas y demandas ciudadanas en condiciones de mayor austeridad. Como consecuencia, los conflictos sociales seguirán presentes con reclamos que, si bien no pondrán en juego la continuidad democrática, seguramente harán la gobernabilidad más compleja.
Este artículo fue publicado inicialmente por Revista Estrategia y Negocios.
Commentary
Op-edAmérica Latina en 2014: elecciones y fútbol
January 20, 2014