América Latina inicia 2015 en franca desaceleración económica. CEPAL proyecta una recuperación modesta (2,2%) respecto del año pasado (en el 2014 el crecimiento fue de tan solo 1.1.%, el menor desde la crisis de 2009), si bien estos cálculos pueden variar ya que están supeditados a un alto grado de incertidumbre y volatilidad.
La economía mundial no ayuda. La tendencia a la baja en el precio de las materias primas, un escaso dinamismo de la demanda global y la apreciación del dólar son tres factores que juegan en contra de la región de cara al 2015.
Dos países, Venezuela y Argentina, afrontan contextos económicos muy complejos. El primero, en plena estanflación (agravada por la fuerte caída del precio del petróleo); el segundo, con crecimiento negativo, alta inflación y conflicto irresuelto con los “fondos buitres”.
Por su parte, las dos grandes economías regionales, Brasil y México, enfrentan sus propios demonios. En Brasil, la presidenta Dilma Rousseff, con un mandato débil, apuesta el capital político de su segundo mandato (que acaba de iniciar el pasado 1 de enero) al nuevo equipo económico que encabeza Joaquim “manos de tijeras” Levy para hacer un ajuste fiscal demorado y necesario que le permita recuperar la confianza de los inversionistas y, de ese modo el crecimiento. El escándalo de Petrobras (además del impacto negativo que viene teniendo al interior del PT) le impone luchar frontalmente contra la corrupción y la impunidad (acaba de proponer un plan nacional anticorrupción) e implementar una profunda reforma política que ha sido postergada durante demasiado tiempo.
En México, la caída del precio del petróleo, el crecimiento económico por debajo de las expectativas oficialistas y la oleada de protestas a raíz de los asesinatos de los 43 alumnos normalistas de Ayotzinapa, han eclipsado el llamado “momento México” y colocado a Enrique Peña Nieto contra las cuerdas. Este, mediante el anuncio de nuevas reformas y propuestas intenta retomar la iniciativa, hacer que las reformas estructurales rindan finalmente los resultados prometidos y, de este modo, recuperar la confianza ciudadana.
El desafío de las urnas
En la agenda electoral de 2015 destacan tres elecciones presidenciales (Argentina, Guatemala y Haití), tres legislativas (El Salvador, México y Venezuela), y varias estatales, regionales y municipales: Bolivia, El Salvador, Colombia, México, Paraguay y Uruguay, entre otras.
Las tres elecciones presidenciales siguen aún muy abiertas: en Guatemala (desde el retorno a la democracia a la fecha) el oficialismo nunca ha repetido en el poder. Los tres candidatos mejor posicionados son: el oficialista Alejandro Sinibaldi y los opositores Manuel Baldizón (quien, por ahora, lidera los sondeos) y la ex primera dama Sandra Torres.
En Argentina, el kirchnerismo llega desgastado a los comicios y sin un candidato claro por el momento. Hoy por hoy, son tres los candidatos que lideran los sondeos: los peronistas Daniel Scioli (ex Vicepresidente de Néstor Kirchner y actual gobernador de la Provincia de Buenos Aires), y Sergio Massa (ex jefe de Gabinete de Cristina Fernández de Kirchner) actual legislador nacional y opositor del gobierno, y el centro-derechista Mauricio Macri (actual jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires).
En Haití, en un ambiente político tenso, resulta igualmente incierto quién será el sucesor del presidente Michel Martelly, así como la fecha exacta de la celebración de las elecciones municipales, legislativas e incluso de la presidencial (respecto de esta última se rumora que incluso podría llegar a tener lugar en enero de 2016). El calendario electoral final está sujeto a cómo avancen las negociaciones entre el presidente Martelly y la oposición.
Las elecciones parlamentarias y municipales salvadoreñas revisten particular importancia ya que mientras el gobierno de Sánchez Cerén buscará revalidar el triunfo que obtuvo a inicios del 2014, asegurando un buen apoyo legislativo y municipal a su gestión de cara al próximo trienio, ARENA intentará la revancha en las urnas.
En México, el presidente Peña Nieto, acosado por las protestas y los escándalos, se juega el futuro de su gobierno en los comicios de medio periodo de junio de 2015. Los resultados de estas elecciones son clave para saber si Peña Nieto contará con suficiente capital político para seguir impulsando su agenda de reformas estructurales (Pacto por México) durante los restantes tres años de su mandato.
En el caso de Venezuela, las elecciones parlamentarias incrementarán la tensión política y, eventualmente, la represión del régimen. La oposición tiene una oportunidad de oro para arrebatarle la mayoría en el legislativo al chavismo aprovechando la profunda crisis económica que se cierne sobre el país y la caída de la popularidad de Nicolás Maduro en las encuestas. La gran pregunta es si la oposición sabrá aprovechar esta oportunidad y si las elecciones serán verdaderamente libres y competitivas. La otra cuestión a monitorear es si la diplomacia Vaticana, bajo el liderazgo del Papa Francisco (y con el antecedente del restablecimiento de las relaciones entre los Estados Unidos y Cuba a su favor), podrá facilitar un dialogo político efectivo entre el gobierno y la oposición para buscar una salida negociada a la compleja situación que vive el país.
Colombia, Cuba y Chile
En Colombia, además de las elecciones regionales (en las cuales el “uribismo” irá por el desquite), la atención estará puesta sobre la fase final de la negociación en La Habana, entre las FARC y el gobierno de Juan Manuel Santos, para alcanzar la paz. De concretarse, este será sin lugar a dudas el acontecimiento político más importante de la región del 2015. La suerte del proceso de paz quedará sujeta al resultado del referendo que, probablemente, tendrá lugar en el segundo semestre de 2015 o a inicios de 2016 (en función de la velocidad y del éxito con que avancen las negociaciones).
El hecho político más importante del 2014: el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre los Estados Unidos y Cuba después de más de cinco décadas de enfrentamientos, continuará captando mucha atención durante el 2015. Esta decisión, que implicó un giro de 180 grados de la política exterior norteamericana en su relación con la Isla, ayudará a mejorar las relaciones entre los Estados Unidos y nuestra región. A Cuba, por su parte, le permite insertarse plenamente en el Hemisferio (su participación en la VII Cumbre de las Americas en abril próximo en Panamá será un acontecimiento histórico) y, al mismo tiempo, diversificar sus relaciones comerciales y permitir la llegada de nuevas inversiones en un momento en que Venezuela (su principal socio durante los ultimos años) atraviesa por una profunda crisis económica. La plena normalización de las relaciones entre ambos países (incluido el fin del embargo cuya decisión depende del Congreso) será un proceso largo y complejo, pero el primer paso ya ha sido dado y va en la dirección correcta. La otra cuestión a monitorear en la Isla, durante el 2015, es la evolución y los resultados de las reformas que en el terreno económico viene liderando Raúl Castro.
2015 es también un año vital en Chile para el gobierno de Michelle Bachelet, quien con una popularidad marcadamente disminuida y crecientes críticas a su gestión, deberá atender, durante el segundo año de su gobierno, un doble frente: el de la reactivación de una economía en plena desaceleración (1.7% durante el 2014) y el de seguir impulsando su ambiciosa agenda de reformas.
Durante el presente año debería quedar aprobada la polémica reforma educativa, que no solo no cuenta con el apoyo de la oposición sino que también provoca fuertes tensiones al interior de la coalición oficialista. Además, debería ver la luz la reforma electoral (que acabará con el sistema binominal) y la reforma laboral que ya está generando un nuevo distanciamiento entre el gobierno y los empresarios. Otro punto de la agenda es dar inicio al proceso orientado a reformar la Constitución (una de las tres promesas principales de Bachelet durante su campaña); proceso que promete ser la “madre de todas las reformas”.
Ejes de las relaciones regionales
En el plano de las relaciones regionales destacan por su relevancia seis acontecimientos que deben ser monitoreados muy de cerca: 1) la III reunión de la CELAC en Costa Rica (28 y 29 de enero), cuya presidencia pasará a manos de Ecuador; 2) la Séptima Cumbre de las Américas que tendrá lugar en Panamá (10 y 11 de abril), y cuyo foco de atención será la participación de Cuba en la misma por primera vez desde su arranque en 1994; 3) la elección de un nuevo Secretario General de la OEA con capacidad para reposicionar estratégicamente a esta alicaída organización regional afectada por la división política de sus países miembros; 4) la evolución del proceso de acercamiento entre el Mercosur y la Alianza del Pacifico; 5) la Cumbre UE-América Latina, y 6) el reciente relanzamiento de la UNASUR (que tuvo lugar a inicios de diciembre en Quito Ecuador), bajo la conducción del ex presidente Ernesto Samper.
Mi opinión
América Latina vive horas bajas y debe hacer frente a una doble transición: desde el modelo basado en altos precios de materias primas y bajos costes de financiación, a uno con precios bajos de las materias primas y coste más alto de la financiación. Y como bien advierte la OCDE, “esta brusca desaceleración económica no es coyuntural, sino que ha venido para quedarse. Es un fin de ciclo”.
Todo ello obliga a la región a poner en marcha, y con urgencia, profundas reformas estructurales dirigidas a cambiar su modelo de desarrollo y adecuarse estratégicamente a este nuevo contexto global.
Sólo mejorando la productividad y la competitividad, la educación y la innovación, la infraestructura, pero también la calidad de sus instituciones, la región podrá alcanzar un crecimiento económico inclusivo, equitativo y sostenible que a la vez que permita seguir disminuyendo la pobreza y la desigualdad, pueda dar respuesta efectiva a las demandas y expectativas de una ciudadanía cada vez más consciente y exigente de sus derechos y de la calidad de sus servicios públicos.
Esta ralentización económica y la puesta en marcha de una agenda de reformas estructurales (incluidas las políticas de ajuste que veremos en algunos países) seguramente afectarán ciertos intereses, abonando de esta manera el terreno para que en el 2015 ciertos países padezcan un eventual incremento del malestar social y una gobernabilidad más compleja.
Pero la región no es homogénea. Por el contrario, existe un importante grado de heterogeneidad que determinará una gran diversidad de situaciones nacionales. En efecto, mientras América Central creció en 2014 un 3,7% y lo hará a un 4,1% en 2015, en América del Sur los porcentajes son 0,7 y 1,8 respectivamente. Pero la diversidad se da también entre países. Así, por ejemplo mientras Panamá (7,0%), Bolivia (5,5%), Perú, República Dominicana y Nicaragua (5,0%), encabezan la lista de las economías con mejores pronósticos de crecimiento, países como Brasil y Argentina -con más capacidad de tracción del resto de las economías- tienen proyecciones mucho más moderadas. Por su parte, México y Chile, con una predicción del 3% de crecimiento anual, de concretarse, podrían ayudar a empujar el promedio regional hacia arriba. Venezuela, similar al del 2014 (con crecimiento negativo y una inflación alrededor del 64%), tendrá un año económico muy complejo.
Como bien señala Warren Buffet, “cuando la marea baja se sabe quién nadaba desnudo”. Con los países de la región pasará algo similar en 2015. Pronto sabremos qué gobiernos nadaban sin traje de baño.
Este artículo fue publicado inicialmente por IDEA Internacional.
Commentary
Op-edAmérica Latina 2015: la hora de las reformas
January 9, 2015