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Commentary

Los Nuevos Niños Soldados de la Guerra

Peter W. Singer
Peter W. Singer Former Brookings Expert, Strategist and Senior Fellow - New America

April 29, 2008

A medida que las fuerzas estadounidenses avanzaron hacia el Irak de Saddam Hussein en abril del 2003, la lucha resultó ser mucho más intensa de lo planificado. Una de las demoras inesperadas sucedió en Karbala, una ciudad de aproximadamente 550.000 habitantes a 50 kilómetros al sudeste de Bagdad. Se esperaba que fuese más fácil de apoderarse de Karbala que de la mayoría de las ciudades, ya que su población era principalmente shiíta, que por mucho tiempo estuvo en contra del dictador. De hecho, Karbala estaba considerada como una de las ciudades más sagradas del Islam Shia, ya que en 680 AD fue donde se llevó cabo una batalla histórica en la que Husayn ibn Ali, nieto del Profeta Mahoma, y toda su familia fueron asesinados.

Antes de la guerra, el Vicepresidente Cheney repetiría famosamente en muchos discursos la predicción hecha por el historiador Fouad Ajami, que las tropas norteamericanas serían recibidas con alborozo. En esa tarde de abril, no hubo tal alborozo y el ruido que inundaba el aire no era el de la música. A medida que se abrían camino, calle por calle, a través de los barrios residenciales de Karbala, las tropas de la 101ava División Aerotransportada, los famosos “Screaming Eagles”, habían estado todo el día bajo el intenso fuego de las ametralladoras y las granadas impulsadas por cohetes (RPG, por sus siglas en inglés). La lucha armada fue seguida por más lucha armada y varios paracaidistas fueron heridos y varios vehículos, inclusive un vehículo blindado Bradley, fueron puestos fuera de servicio.

En medio de la lucha, un niño salió gateando de un callejón. Un ametrallador norteamericano vio que el niño, que más tarde se descubriría que tenía 10 años, cargaba una RPG. En un nanosegundo, en medio de balas volando hacia él, el soldado de 21 años tuvo que tomar lo que verdaderamente sería la decisión más difícil de su vida. “Lo maté”, dijo él más tarde, “Le disparé bastantes veces”. El niño cayó muerto.

Una vez terminada la batalla, y que hubo tiempo para pensar, el soldado reflexionó sobre el episodio. “Cualquiera que pueda dispararle a un niño y no tenga problema al hacerlo, algo anda mal con esa persona”, dijo fumándose un cigarrillo. “Por supuesto que me molestó. Pero después de haber sido atacado todo el día, no importaba si era un soldado o un niño, esas RPGs son para que nos hagan daño . . . hice lo que tenía que hacer”.1

La Breve Historia
de los Niños y la Guerra

Cuando pensamos sobre la guerra, rara vez los niños acuden a la mente. De hecho, se supone que la guerra sea un lugar para los fuertes y los dispuestos, de la cual los jóvenes, ancianos, inválidos e inocentes no sólo eran excluidos, sino que también se les otorgaban protecciones especiales.

Esta exclusión de los niños de la guerra era verdad en casi toda cultura tradicional. Por ejemplo, en los ejércitos africanos precolombinos, la práctica general era que los guerreros típicamente pasaban a formar parte del ejército tres o cuatro años después de la pubertad. Por ejemplo, en la tribu Zulu, no era sino hasta los 18 ó 20 años que los miembros eran elegibles para la “ukubuthwa” (la conscripción o alistamiento en los regimientos de la tribu).2 En la región Kano al oeste de África, solamente los hombres casados pasaban al servicio obligatorio y los solteros eran considerados demasiado inmaduros para una tarea tan importante y honorable como la guerra.3 Cuando los niños de menos edad servían en los ejércitos antiguos, como el alistamiento de los niños espartanos en el adiestramiento militar a la edad de 7 a 9 años, típicamente no servían en combate. En cambio, llevaban a cabo tareas más serviles, tales como pastoreando ganado o cargando los escudos y esteras para los guerreros de más antigüedad. En absolutamente ninguno de los casos ni las tribus tradicionales ni las civilizaciones antiguas dependían de fuerzas militares conformadas por niños o niñas.

Esta exclusión de los niños de la guerra no era sencillamente una cuestión de principios, sino de puro pragmatismo. Para poder utilizar armas premodernas se necesitaba la fortaleza de un adulto y, a menudo, largas horas de adiestramiento. Esto sería necesario hasta bien avanzada la era de las armas de fuego. También reflejaba la importancia general de la edad en muchas organizaciones políticas. Las culturas más tradicionales dependían de un sistema de grados de edad para sus estructuras predominantes. Éstas eran agrupaciones sociales definidas por grupos de edades, y éstos rebasaban los lazos creados por parentescos y domicilios comunes. Ese tipo de sistema le permitía a los gobernantes más antiguos y a los mayores de las tribus poder conservar el mando sobre sus súbditos más jóvenes—y posiblemente más indisciplinados.

Pero si bien la guerra por mucho tiempo ha sido el ámbito de adultos, hubo momentos en la historia militar cuando los niños sí aparecieron. Los pajes o escuderos armaban y asistían a los caballeros de la Europa medieval, mientras que los tamboreros y los muchachos encargados de acarrear la pólvora a las dotaciones de cañones (“powder monkeys”) eran parte esencial de muchos ejércitos y armadas en los siglos XVII y XVIII. La clave es que estos muchachos llevaban a cabo misiones menos importantes o de auxiliares y no eran considerados verdaderos combatientes. Ni se enfrentaban a la muerte ni eran considerados blancos legítimos. De hecho, Enrique V se sintió tan furioso porque desobedecieron esta ley durante la Batalla de Agincourt (1415), cuando varios de los pajes de su ejército murieron, que él, a su vez, asesinó a todos sus prisioneros franceses.

Quizás el uso más conocido en la historia de los supuestos niños soldados, la famosa “Cruzada de los Niños” es, en cierto modo, un mito. La “Cruzada”, fue en realidad una marcha desde el norte de Francia hasta el oeste de Alemania, de miles de niños desarmados quienes pensaron que podía recuperar la Tierra Santa solamente con el poder de su fe. La mayoría nunca salió de Europa y los pocos que salieron, salvo unos pocos, fueron vendidos como esclavos por capitanes de barco inescrupulosos.

Si bien la ley dictaba que los niños no debían ser soldados, hubo algunas excepciones a lo largo de la historia. Pequeñas cantidades de niños menores de edad indudablemente mintieron acerca de sus edades para alistarse en los ejércitos. Además, algunos Estados enviaron niños a la guerra en sus últimos suspiros de derrota. Quizás el caso más notable en la historia de Estados Unidos fue la participación de los cadetes del Instituto Militar de Virginia (VMI) en la Batalla de New Market durante la Guerra Civil. En mayo de 1864, fuerzas de la Unión marcharon hacia el Valle Shenandoah, esperanzadas con poder interrumpir el ferrocarril Virginian Central, una línea de abastecimiento clave. El General sureño John Breckenridge descubrió que se encontraba con la única fuerza Confederada en la zona, al mando de tan sólo 1,500 hombres. Por lo tanto, ordenó que el cuerpo de cadetes de la academia militar VMI que estaba cerca se uniera a él. Contando con 247 hombres (aproximadamente 25 de ellos tenían 16 años o menos), aguardaron hasta que la batalla llegara a sus etapas finales. Luego, en un ataque bastante dramático, aplastaron una batería de artillería de la Unión. Diez cadetes murieron y 45 resultaron heridos. Sin embargo, en un final el papel que desempeñaron fue inútil. Al año, la Unión capturaría Shenadoah y poco después, el resto de la Confederación.4

Más recientemente, las Juventudes Hitlerianas alemanas (Hitlerjugend ) de manera similar eran muchachos jóvenes que habían recibido una capacitación casi militar, como parte de un programa político de mantener el régimen nazi mediante la indoctrinación. Durante gran parte de la Segunda Guerra Mundial, los jóvenes solamente se alistaban a las fuerzas militares alemanas (incluyendo la SS, de la cual la Jugend era una organización secundaria) una vez que llegaban a la edad de la madurez. Sin embargo, cuando las fuerzas Aliadas invadieron el territorio alemán durante los últimos meses de la guerra, el régimen de Hitler ordenó que estos muchachos también lucharan en la guerra. Fue una maniobra desesperada para detener la invasión hasta que nuevo armamento “milagroso” (como el cohete V-2 y el avión caza Me-262) pudiesen cambiar la suerte. Ligeramente armados y la mayoría enviados en pequeños escuadrones de emboscadas, grandes cantidades de las Juventudes Hitlerianas murieron en refriegas a pequeña escala inútiles, todas ocurriendo después que la guerra esencialmente se había decidido.5

Sin embargo, esas fueron excepciones a lo que era la regla, o sea que en la guerra no había cabida para los niños. Durante los últimos cuatro mil años de guerra, que se sepa, los niños nunca fueron ni parte integral ni esencial de ninguna fuerza militar en la historia. Su uso como soldados era aislado en tiempo, espacio geográfico y alcance. Nadie se apresuraba a emular esos ejemplos y no era de gran importancia cómo las guerras comenzaban, se libraban o finalizaban. En el mejor de los casos, eran notas de pie de página en la historia militar.

El Surgimiento de
los Niños Soldados

Sin embargo, la naturaleza del conflicto armado ha cambiado en gran medida durante los últimos años. Ahora la presencia de niños es el nuevo patrón de comportamiento en la guerra, en lugar de la rareza que solía ser. El resultado es que la guerra en el siglo XXI no es tan solo más trágica, sino más peligrosa. Con la participación de los niños, los Generales, caudillos, terroristas y líderes rebeldes por igual se han percatado que los conflictos son más fáciles de comenzar y más difíciles de finalizar.

La práctica de usar niños, definidos bajo la ley internacional como menores de 18 años, como soldados es muchos más difundida, y más importante, de lo que la mayoría se percata. Hay unos trescientos mil niños menores de 18 años quienes en la actualidad sirven como combatientes alrededor del mundo (convirtiéndolos en casi el 10% de todos los combatientes globales). Ellos prestan servicio en el 40% de las fuerzas armadas, grupos rebeldes y organizaciones terroristas del mundo y luchan en casi el 75% de los conflictos mundiales. De hecho, durante los últimos cinco años, los niños han prestado servicio como soldados en todos los continentes menos Antártica. Además, medio millón más de niños prestan servicio en fuerzas armadas que al presente no están en guerra.6

Algunos tratan de usar subterfugios haciendo preguntas sobre las normas culturales de la madurez, es decir que los niños soldados en realidad no son niños. El problema con este cambio de opinión es que el límite de 18 años no es sencillamente un concepto occidental, como muchos caudillos y apologistas por los niños soldados opinan, sino una norma legal internacional, acordada por más de 190 Estados. Es también la edad en la que la mayoría de los Estados en el mundo emplea en sus propias leyes para otorgar o negar derechos públicos y responsabilidades, tales como cuando uno puede votar o recibir educación o cuidado de la salud gratis. Por último, también era una norma en varios ejércitos pre modernos y modernos (tales como las regulaciones del Ejército de Estados Unidos del 1813)

Más importante aún, la juventud en cuestión abarca una extensión que ninguna persona cuerda negaría que son menores de edad e incorrecto que participen en la guerra. En el 80% de esos conflictos en los que hay niños presentes, hay guerreros menores de 15 años; el 18% de las organizaciones armadas del mundo han empleado niños de 12 años y menores. Las edades promedios de los niños soldados que se encontraron en dos estudios independientes, una el Sudeste de Asia y uno en África Central, eran menores de 13 años. El soldado niño más joven fue un niño armado de 5 años en Uganda.

La presencia en masa de niñas en muchas fuerzas también distingue la tendencia actual de cualesquier paralelos históricos. Si bien las niñas no sirvieron en grupos como los powder monkeys o las Juventudes Hitlerianas, aproximadamente el 30% de las fuerzas armadas que emplean niños soldados también incluyen niñas soldados. Las niñas menores de edad han estado presentes en las fuerzas armadas en 55 países. En 27 de ellos, las niñas eran secuestradas para servir y en 34 de ellos participaron en combate. Estas niñas soldados a menudo son elegidas para abuso sexual, inclusive de su propios comandantes, y para ellas es más difícil reintegrarse a la sociedad cuando las guerras finalizan.

Con el surgimiento de esta práctica, las fuerzas occidentales han entrado cada vez más en conflictos con fuerzas de soldados niños. El primer ejemplo notable fue la Operación Barras británica en Sierra Leone en el 2000. Ahí las fuerzas especiales del SAS (Servicio Aéreo Especial) británico trabaron combate contra de los “West Side Boys”, una milicia de adolescentes que había secuestrado a una escuadra de tropas del Ejército Británico. Tal como destacó un observador, “Una situación como esta no se puede resolver con una bomba guiada por láser lanzada a 30.000 pies”.7 En un final, la crisis de rehenes finalizó con un ataque de helicópteros encabezado por tropas de la SAS británica. Los rehenes fueron rescatados, pero la batalla subsiguiente fue, tal como expresó un observador, “brutal”. Un soldado británico murió y 12 fueron heridos. Se calcula que la cifra de muertos en los West Side Boys fue de 25 hasta 150.

Sin embargo, no es sino hasta después de los ataques del S-11 que este tema se ha convertido en un problema significativo para los estadounidenses. Al igual que el terrorismo es “el arma de los débiles”, también las sociedades más débiles han sido arrastradas a este ámbito. Vídeos de entrenamiento capturados de Al Qaeda muestran a adolescentes recibiendo instrucción en la fabricación de bombas y la colocación de trampas explosivas. La Jihad islámica palestina y Hamas han reclutado niños de hasta 13 años para ser terroristas suicidas y tan jóvenes como 11 años para pasar de contrabando explosivos y armas. Al menos 30 ataques por terroristas suicidas los han llevado a cabo adolecentes desde que la lucha entre Israel y Palestina se intensificó nuevamente en el 2000.8 Quizás el ejemplo más trágico fue el de un adolescente semi retardado de 16 años, quien fue convencido por Hamas que se atara explosivos a su cuerpo. Fue capturado por la policía israelí en la ciudad de Nablus, poco antes de que tratara de explotarse en una garita del ejército.9

Sin embargo, cabe destacar que ni el terrorismo ni la función de los niños en el mismo son un fenómeno singular musulmán o del Oriente Medio. Por ejemplo, el terrorista más joven que se conoce fue un niño de 9 años en Colombia, enviado por el grupo rebelde del Ejército de Liberación Nacional (ELN) para que bombardeara un centro electoral en 1997.10 Asimismo, cuando los grupos musulmanes comenzaron a emplear niños como terroristas suicidas, en realidad no estaban haciendo nada nuevo. En cambio, estaban siguiendo los pasos de los Tigres de Liberación de Tamil Eelam (LTTE, por sus siglas en inglés), conocidos también como los “Tigres Tamil” de Sri Lanka, quienes consistentemente han sido uno de los grupos terroristas más innovadores. Los LTTE, quienes emplearon terroristas suicidas para asesinar tanto al primer ministro indio como al presidente de Sri Lanka y fueron los pioneros en la táctica de estrellar aviones contra edificios, que después fue repetida el 11 de septiembre del 2001 (9/11 por sus siglas en Inglés), inclusive han fabricado chaquetas de dril de algodón especialmente diseñadas para esconder explosivos y han sido confeccionadas en tallas pequeñas para terroristas suicidas niños.11

Los Niños Soldados en el
Hemisferio Occidental

En las Américas, desde la década de los años noventa, los niños soldados han estado luchando en Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México (en el conflicto en Chiapas), Nicaragua, Paraguay y Perú. Las cifras más substanciales que se han reportado están en Colombia. Ahí, no menos de 11.000 niños han sido utilizados como soldados, lo que significa que uno de cada cuatro combatientes irregulares es menor de edad. Ellos sirven tanto del lado rebelde, en las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y en las organizaciones ELN, y con grupos paramilitares derechistas (tales como la Autodefensa Unidas de Colombia, AUC). No menos de dos tercios de estos niños guerreros tiene menos de 15 años de edad, y los más jóvenes que se han reclutado tienen siete años de edad.12

A los niños soldados en Colombia los militares, quienes los emplean como sentinelas que se pueden sacrificar, les han dado el apodo de “campanitas“. Por otro lado, las guerrillas de las FARC los han apodado “abejitas” porque “pican” a sus enemigos antes de que sepan que están bajo ataque. En las milicias urbanas, se les conoce como “carretillitas” ya que pueden pasar armas escondidas por las garitas sin sospecha alguna. Hasta un 30% de algunas unidades de la guerrilla están conformadas por niños. Las guerrillas de niños se emplean para recopilar inteligencia, hacer y desplegar minas y servir como tropas de avanzada en ataques de emboscada contra paramilitares, soldados y oficiales de la policía. Por ejemplo, cuando la FARC atacó la planta hidroeléctrica Guatape en 1998, los empleados de la planta reportaron que algunos de los que atacaron eran niños de hasta 8 años. En el 2001, la FARC difundió un vídeo de entrenamiento donde se pueden apreciar niños de 11 años trabajando con misiles.13 A su vez, el 85% de algunas unidades paramilitares asociadas con el gobierno son conformadas por niños, con soldados tan jóvenes como ocho años que se han visto patrullando.14 También ha habido un derrame de la práctica al otro lado de la frontera. Según se informa, la FARC recluta niños tan lejos como Venezuela, Panamá y Ecuador, algunos de hasta 10 años.15

Las experiencias de estos niños son brutales y desgarran el corazón. Tal como relata un guerrillero de la FARC de 15 años (quien había sido reclutado a los 12),

    Ellos traen a las personas que atrapan . . . al curso de entrenamiento. Mi escuadrón tenía que matar a tres personas. Después que se mató al primero, el comandante me dijo que al día siguiente yo tendría que matar. Estaba perplejo y pasmado. Tuve que hacerlo públicamente, en frente de toda la compañía, 50 personas. Tuve que dispararle en la cabeza. Estaba temblando. Después no podía comer. Veía la sangre de la persona. Por muchas semanas, se me dificultaba dormir. . . . Ellos mataban tres o cuatro personas cada día en el curso. Diferentes escuadrones se turnaban, tenían que hacerlo en días diferentes. Algunas víctimas lloraban y gritaban. Los comandantes nos decían que teníamos que aprender a matar.16

    El Contacto de Estados Unidos
    con los Niños Soldados

    Con el despliegue global de las fuerzas estadounidenses después del 9/11, desde Afganistán hasta las Filipinas, los niños soldados han estado presente en cada zona de conflicto en las que Estados Unidos opera. De hecho, el primer soldado que murió en la guerra contra el terrorismo fue un Boina Verde, asesinado en Afganistán por un francotirador de 14 años. Como mínimo, seis muchachos entre los 13 y los 16 años de edad fueron capturados por las fuerzas estadounidenses en Afganistán al inicio de la guerra y fueron enviados a la prisión en Bahía de Guantánamo, Cuba.17 Fueron alojados en un ala especial con el nombre de “Campamento Iguana”. En vista de que el Pentágono se tomó más de un año para decidir si los enjuiciaban o los rehabilitaban, los muchachos pasaban sus días en una casa en la playa que había sido convertida en una prisión, mirando películas y aprendiendo inglés y matemáticas.18 Además, se cree que algunos otros entre los 16 y los 18 años se encuentran en una prisión regular en “Campamento X-Ray”. Los soldados estadounidenses continúan reportando que hasta hoy siguen enfrentando niños soldados en Afganistán; el más joven es un niño de 12 años que fue capturado en el 2004, después de haber sido herido durante una emboscada de los talibanes a un convoy.19

    En Irak, el problema ha empeorado silenciosamente. Bajo el régimen de Saddam Hussein, Irak creó todo un sistema concebido para atraer niños a la milicia y así reforzar su control de la población. Esto incluía los Leones Cachorros de Saddam (Ashbal Saddam), una fuerza paramilitar de niños entre los 10 y los 15 años de edad que actuaban como un alimentador en las destacadas unidades Saddam Fedayeen. Los Fedayeen eran una unidad paramilitar encabezada por Uday, hijo de Saddam, la cual resultó ser más agresiva que el Ejército Iraquí en luchar contra la fuerzas invasoras de Estados Unidos. El residuo de estas unidades ahora constituyen una de las fuerzas rebeldes rivales. Durante la invasión, las fuerzas estadounidenses lucharon contra niños soldados iraquíes de estos grupos en al menos tres ciudades (Nasariya, Mosul y Karbala).20

    Vencidos en el campo de batalla, los líderes rebeldes buscaron movilizar este grupo de guerreros jóvenes capacitados y adoctrinados para la insurrección. Un incidente típico que tuvo lugar en la ciudad de Mosul poco después de la invasión fue un indicio preocupante de la amenaza que se avecinaba. Ahí, durante la misma semana que el Presidente Bush aterrizó su tristemente célebre avión en un portaaviones con el estandarte “Misión Cumplida”, un niño iraquí de 12 años le disparó a infantes de marina con un rifle AK-47.21 Durante las próximas semanas y meses, incidentes entre las fuerzas estadounidenses y niños iraquíes armados comenzaron a intensificarse, estos incidentes oscilaban desde niños francotiradores hasta un adolescente de 15 años quien lanzó una granada a un camión estadounidense, reventando la pierna de un soldado del Ejército de Estados Unidos.22

    Cuando la lucha comenzó a cobrar intensidad en la primavera del 2004, los niños soldados servían no tan solo en las fuerzas partidarias de Saddam, sino también en ambos grupos rebeldes radicales de los shia y los sunni. El clérigo radical, Muqtada al Sadr, dirigió una rebelión que consumió el sur de Irak que era principalmente shia, siendo particularmente feroz la lucha en la ciudad sagrada de Najaf. Los observadores se percataron de múltiples niños soldados sirviendo en el ejército “Mahdi” de Sadr. Un niño de 12 años proclamó orgulloso, “Anoche disparé una granada impulsada por cohete contra un tanque. Los norteamericanos son débiles. Ellos luchan por dinero y estatus y chillan como cerdos cuando mueren. Pero nosotros mataremos a los infieles porque la fe es el arma más poderosa”.23 De hecho, Sheikh Ahmad al-Shebani, portavoz de al Sadr, no intentó negar el crimen de guerra de utilizar niños, sino que defendió públicamente la práctica diciendo que “Esto muestra que los Mahdi son un movimiento de resistencia popular contra los ocupantes. Tanto los viejos como los jóvenes están en el mismo campo de batalla”.24

    Las fuerzas de la Coalición también han enfrentado niños soldados en el peligroso “Triángulo Sunni”. En noviembre del 2004, los infantes de marina que luchaban en la batalla por retomar Falluha reportaron numerosas ocasiones en las que “niños con rifles de asalto” les disparaban y, al igual que el soldado durante la invasión, luchaban con el dilema que esto presentaba.

    Se desconoce la cifra general de niños iraquíes que en la actualidad participan en la contienda. Pero según los indicadores, ellos sí desempeñan un papel significativo y cada vez mayor en la rebelión. Por ejemplo, en cierto momento, unos 107 jóvenes iraquíes que se había determinado constituían amenazas a la seguridad “de gran riesgo” fueron detenidos en la infame prisión Abu Ghraib.25 Las fuerzas estadounidenses han enfrentado problemas particulares con grupos que emplean niños como observadores de tiro para emboscadas y también como cobertura para infiltración, haciendo que los niños se sienten en lo que las tropas llaman “VBIEDs” (dispositivos explosivos improvisados transportados por vehículo). Cuando hay niños presente, los carros bombas lucen menos sospechosos y probablemente pasarán las garitas. Durante la “oleada” de fuerzas en el 2007 ocurrió un nuevo desarrollo en que los soldados han reportado que las milicias shiítas en Bagdad han organizado pandillas conformadas por más de 100 niños, de hasta 6 años. Los niños lanzan piedras, ladrillos y bombas incendiarias a los convoyes, pero en realidad trabajan en coordinación con los francotiradores, con la idea de atraer a las emboscadas cualquier patrulla que responda.

    Las Causas y los Procesos
    de los Niños Soldados

    La nueva presencia de niños en el campo de batalla del siglo XXI surgió de tres fuerzas entrelazadas. La primera es cómo el lado oscuro de la globalización ha resultado en una nueva reserva común de posibles reclutas. Estamos viviendo el periodo más próspero en la historia de la humanidad, pero muchos han quedado atrás. Los cambios demográficos, la inestabilidad social global y el legado de múltiples conflictos civiles y sectarios entrando en las segunda y tercera generaciones actúan en combinación para debilitar Estados y socavar las estructuras sociales. Como ejemplos, para el 2010 más de 40 millones de niños africanos perderán a uno, o ambos, de sus padres al SIDA, mientras que la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para Refugiados (UNHCR, por sus siglas en inglés) calcula que la guerra ha extirpado a más de 25 mil millones de niños de sus hogares.26 Esos huérfanos y refugiados están particularmente en riesgo de que sean involucrados en la guerra.

    Sin embargo, si bien siempre ha habido niños desahuciados y desconectados, son los cambios en la tecnología de las armas las que actúan como habilitador, permitiendo que este fondo común sea explotado como una nueva fuente de trabajo militar. En particular la proliferación de armas económicas, pequeñas y livianas ha desempeñado un papel principal. Armas “que los niños pueden portar” como la AK-47 ahora son más livianas por los plásticos, se pueden comprar por el precio de una chiva o pollo en muchos países y son engañosamente fáciles de aprender a usar. Con tan sólo media hora de instrucción, un niño de 10 años puede dominar la potencia de tiro de un regimiento de la Guerra Civil.

    Por último, el contexto es importante. Estamos atravesando un periodo excepcional de cambios continuos y desintegraciones de orden global, especialmente con la proliferación del caudillismo y Estados fracasados. Este cambio ha dado paso a un nuevo modo de guerra. Las guerras son impulsadas cada vez menos por la política que por cosas tan sencillas como el odio religioso o ganancia personal mediante el apoderamiento de minas de diamantes. Desde Foday Sankhoh en Sierra Leone hasta Mullah Omar en Afganistán, los líderes caudillos locales ahora ven la nueva posibilidad de (y, lamentablemente las ventajas en) convertir a niños vulnerables y desconectados en tropas fungibles y de bajo costo que pelean y mueren por su propias causas.

    Estos grupos atraen niños mediante técnicas de reclutamiento que se aprovechan de la desesperación de los niños, y a veces la inmadurez, o sencillamente mediante los acostumbrados secuestros y raptos.

    Para los que vivimos en Estados ricos y estables nos resulta difícil entender cómo se puede convencer a un niño que se una y luche por un ejército, especialmente si ni siquiera entiende o cree en la causa. Pero traten de imaginarse a sí mismos como huérfanos, viviendo en la calle, sin saber de dónde vendrá su próxima comida. Entonces un grupo le ofrece no tan sólo comida y seguridad, sino una identidad, al igual que el poder que se siente cuando una empuña un arma. O, imaginen la tentación que usted tendría si un grupo de muchachos de más edad usando uniformes elegantes y lentes de sol de moda llegan a su escuela para obligar a los maestros a que se dobleguen para mostrar “quiénes están a cargo”. Luego, ellos lo invitan a que se una a ellos, con la promesa de que usted también puede ejercer esa influencia. O imagínese qué haría usted si experimenta lo que le sucedió a este niño de 7 años en Liberia cuando un grupo de hombres armados se apareció en su aldea. “Los rebeldes me dijeron que me uniera a ellos, pero le dije que no”, contó más tarde. “Entonces mataron a mi hermanito. Cambié de manera de pensar”.26

    Cuando se traen niños a la guerra, por lo regular pasan por programas de entrenamiento que oscilan desde semanas de entrenamiento intenso al estilo campamento militar para adultos hasta unos cuantos minutos de instrucción en cómo disparar un arma. El adoctrinamiento, ya sea político o religioso, puede incluir “pruebas” tales como obligar a los niños a matar animales o prisioneros, inclusive vecinos u otros niños, tanto para acostumbrarlos a la sangre y la muerte y desconectarlos de su antigua identidad. Muchos son obligados a consumir drogas para insensibilizarlos aún más. Tal como Corinne Dufka del Human Rights Watch describe la práctica en África Occidental, “Parecía ser una estrategia muy organizada de . . . acabar con sus propias defensas y memoria, y convertirlos en máquinas bélicas que no tienen sentido ni de identificación ni sentimiento por la población civil”.27

    El resultado es que los chicos, inclusive aquellos que en algún momento no estaban dispuestos a ser cautivos, se pueden convertir en guerreros feroces y hábiles. Una historia típica es la de un joven en Sierra Leone que cuenta lo siguiente, “Yo asistía a la escuela primaria. Los rebeldes vinieron y nos atacaron. Mataron a mis padres en frente de mis ojos. Yo tenía 10 años. Me llevaron con ellos. . . . Nos entrenaban para luchar. La primera vez que maté a alguien me enfermé, pensé que iba a morir. Pero mejoré. . . . Mi nombre de guerrero era Blood Never Dry (Sangre que nunca se seca).28

    Las Consecuencias de los
    Niños Soldados en el Campo de Batalla

    Más allá de tan solo la cruda tragedia humana, las ramificaciones de esta “doctrina de niños soldados” para la guerra en sí son bastante espeluznantes.

    Ante todo, significa que los ejércitos y los grupos rebeldes poco populares pueden activar muchas más fuerzas que de lo contrario, mediante el uso de niños como reclutas económicos y fáciles de obtener. De hecho, muchos grupos un poco más grandes que las pandillas han comprobado que pueden sostenerse a sí mismos como posibles amenazas militares mediante el uso de niños guerreros. Por ejemplo, el Ejército de Resistencia del Señor (LRA, por sus siglas en inglés) en Uganda está encabezado por Joseph Kony, quien se autodenomina ser la reencarnación del Espíritu Santo Cristiano. Sin embargo, la propia interpretación de Kony de los Diez Mandamientos es que la Biblia permite la propiedad de esclavos sexuales, pero declara que montar bicicletas es un pecado que se castiga con la muerte. Efectivamente, él es una figura parecida a David Koresh, quien está al mando de un culto con un núcleo de tan sólo 200 miembros adultos. Pero, con el transcurso de los años, Kony y su LRA han secuestrado a más de 14.000 niños, utilizándolos para luchar en guerras civiles, que han durado décadas, contra el ejército de Uganda que es considerado uno de los mejores en África, y ha dejado unos 100.000 muertos y 500.000 refugiados.

    Los niños soldados también presentan grandes dificultades durante la batalla en sí. Experiencias provenientes de todo el mundo muestran que los niños sí son soldados más eficaces y a menudo operan con una audacia aterrorizante, especialmente cuando se les infunde de fervor religioso o político o cuando están bajo la influencia de narcóticos. Una vez entrevisté a un antiguo Boina Verde quien describió una unidad de niños soldados en Sudán como los mejores soldados que había visto en África en sus 18 años de experiencia en ese país. Él relató como una vez ellos hicieron una emboscada y derribaron un helicóptero de ataque soviético, Mi-24, un arma temida que había logrado que muchas unidades adultas huyeran.

    También son un horrible dilema para las fuerzas profesionales. Nadie quiere dispararle a un niño, en cambio una bala de un adolescente de 14 años lo puede matar al igual que una que provenga de una persona de 40 años. Los niños que portan armas son blancos legítimos, pero eso no lo hace más fácil para los soldados que tienen que luchar contra ellos. A menudo los soldados experimentan trastornos de estado de ánimo y estrés postraumático después de incidentes de esa índole.29

    Los conflictos donde hay niños presente tienden no sólo a presentar violaciones masivas de las leyes de la guerra, sino también cifras de bajas más altas, tanto entre la población local como entre los niños soldados, en comparación con los compatriotas adultos. Como promedio, esos conflictos tienen mayores niveles de atrocidades, y los niños tienden a ser usados como carne de cañón por sus comandantes adultos. Por ejemplo, en algunos lugares, los grupos rebeldes han adoptado llamar a los niños soldados “detectores de minas”, ya que los envían adelante para que sean los primeros en pisar cualesquier minas terrestres escondidas.

    Por ultimo, el efecto de lanzar niños a una cultura de guerra crea problemas inclusive después que finaliza la guerra. Para los niños, es un trauma a largo plazo que puede interrumpir su desarrollo psicológico y moral. Para la sociedad en general, la transformación de una generación de niños en soldados no solamente presagia futuros ciclos de guerra dentro del país, sino que también pone en peligro la estabilidad regional. El caso de Liberia es instructivo. Durante la década de los años noventa, Liberia atravesó múltiples rondas de guerra civil, donde los niños cambiaban de ejércitos sin pensarlo. Pero inclusive después que la contienda finalizó allí, más tarde se encontraron muchos antiguos niños soldados de Liberia luchando en Sierra Leone, Guinea y la Costa de Marfil. Desde entonces, algunos han marchado miles de kilómetros para encontrar trabajo como soldados en la República Democrática del Congo.

    En resumen, cuando hay niños presente, la guerra no es tan solo más trágica, sino los conflictos tienden a comenzar más fácilmente, son más difíciles de finalizar, hay más pérdidas de vida y sientan la base para que se repitan en siguientes generaciones.

    Tenemos que Reaccionar

    Medidas para ponerle fin a la terrible doctrina de niños soldados no es tan solo una obligación moral sino un mandato estratégico. Aunque es una alianza internacional de las organizaciones no gubernamentales (ONG), la Coalición Internacional para Ponerle Fin al Uso de Niños Soldados ha logrado atraer más atención al problema; ahora los gobiernos tienen que hacer algo. Aquellos que buscan el fin de la práctica tienen que movilizarse más allá de tan sólo persuadir a aquellos que usan los niños como soldados, algo semejante a aborchornar a los que no tienen vergüenza, en cambio tienen que alterar las causas subyacentes y las motivaciones que permiten su proliferación. El Arzobispo Desmond Tudu, ganador del Premio Nobel de la Paz, dijo una vez, “Es inmoral que los adultos quieran niños para que libren sus guerras. . . . Sencillamente no hay excusa, ningún argumento aceptable para armar niños”.30 Puede que no haya una excusa moral, pero es una oscura realidad de la guerra actual que debemos enfrentar.

    La clave para ponerle fin a la práctica de usar niños soldados es reducir el fondo de reclutamiento de posibles niños soldados y limitar que los grupos en conflicto estén dispuestos y tengan la capacidad de tener acceso a ella. Entre las soluciones se encuentran invertir para acabar con la enfermedad global y los arranques de conflictos, mayor ayuda para grupos especiales que están en peligro como los refugiados y los huérfanos del SIDA, ayudar a refrenar la proliferación de las armas pequeñas ilegales a los grupos rebeldes y terroristas quienes traen niños al ámbito de la guerra, criminalizar la doctrina enjuiciando a aquellos líderes que abusan a niños de esta manera, eliminar las ganancias que se obtienen de la práctica sancionando empresas o regímenes que comercian con grupos que emplean niños soldados (inclusive empresas estadounidenses como las que comerciaban con los gobiernos liberiano y sudanes), y ofreciendo más programas de ayuda que buscan desmovilizar y rehabilitar antiguos niños soldados, de este modo poniéndole fin al ciclo. Lamentablemente, en cada una de estas áreas, ha faltado la acción de Estados Unidos, verdaderamente esta no es la actitud de un líder mundial.

    En cambio, el problema de los niños a menudo se trata como un problema de seguridad “secundario”, pero ahora se está convirtiendo en un problema tan grave como puede ser. Los líderes políticos y militares tienen que comenzar a luchar con los difíciles dilemas que nuestros soldados están enfrentando en el campo de batalla, en lugar de continuar ignorándolos a un precio más alto. Los niños soldados ahora son una característica regular del campo de batalla moderno. La única pregunta es si las tropas estarán dotadas, capacitadas y apoyadas correctamente para lidiar con este cambio horroroso en la guerra contemporánea. La responsabilidad radica en los líderes, en el gobierno y la milicia, de hacer todo a su alcance para cambiar la proliferación de la doctrina y ponerle fin a esta terrible práctica.

    Preparando a los Soldados para
    Enfrentar a los Niños Soldados

    Con el surgimiento de grupos que usan niños soldados, las fuerzas militares tienen que prepararse para un dilema que es tan espinoso como puede ser. Expresándolo de manera más sencilla, las tropas se encontrarán en una situación en la que enfrentarán amenazas reales y serias de opositores a quienes generalmente ellos preferirían no hacerles daño. Sin bien son jóvenes, cuando se combinan con la sencillez y letalidad cada vez mayor de las armas pequeñas modernas, los niños soldados a menudo aplican una gran amenaza militar. Por lo tanto, los comandantes de misiones tiene que preparar a las fuerzas para las decisiones difíciles que enfrentarán para poder evitar cualquier posible confusión letal en cuanto a las reglas de enfrentamiento (ROE) o los titubeos inesperados a causa de la impresión causada por la constitución de su enemigo o incertidumbre sobre qué hacer. La experiencia histórica ha demostrado una cantidad de métodos eficaces para manejar situaciones cuando las tropas profesionales son enfrentadas por estos niños soldados. Estas incluyen:

    Preparación e inteligencia. En lugar de desear que el problema desaparezca, se deben crear políticas oficiales y soluciones eficaces para contrarrestar los dilemas que los niños soldados crean. Es mejor lidiar con ellos en el entrenamiento que tomar decisiones ad hoc en medio de una crisis. Al mismo tiempo, el mecanismo de inteligencia tiene que adaptarse a la amenaza y ramificaciones del niño soldado. Esto no es tan sólo importante para predecir eventos políticos y militares amplios, sino que conocer la constitución del adversario es también un factor crítico en determinar la mejor respuesta. La inteligencia deben ser sensible a dos aspectos en particular: cuál método de reclutamiento usa la oposición y el periodo de servicio del niño soldado promedio. Aquellos que emplean técnicas de secuestro o con personal reciente estarán más propensos a disolverse bajo shock que aquellos con reclutas voluntarios o con niños que han estado en servicio por muchos años.

    Aceptar la amenaza. Cada vez que las fuerzas son desplegadas a una zona que se sabe hay niños soldados presentes, tienen que tomar precauciones adicionales para combatir y mantener la amenaza a una distancia. No todos los niños son amenazas y en realidad no deben ser identificados como tal, pero las medidas de protección de fuerza tienen que incluir la posibilidad—o inclusive probabilidad—de niños soldados y niños terroristas. Esto incluye cambiar las prácticas de permitir que los niños se mezclen entre los piquetes e inclusive hacer que los niños pasen por el mismo escudriño que los adultos en las garitas.

    El temor suplementa la potencia de fuego. Cuando las fuerzas traban combate con fuerzas de niños soldados, la mejor práctica ha sido mantener la amenaza a distancia y, cada vez que sea posible, inicialmente disparar para ocasionar shock. La meta debe ser maximizar la eficacia y evitar bajas costosas (y los efectos secundarios negativos resultantes) intentando desintegrar las unidades de niños, que a menudo no son fuerzas de combate unidas. En un sentido, esta es la aplicación al nivel micro de la “guerra basada en efectos”, pero sin la dependencia abrumadora en la alta tecnología. La artillería demostrativa y los fuegos de morteros (incluyendo el uso de humo), barreras de fuego (que dan una sensación de fluidez al peligro inminente) y pasadas de helicópteros de ataque han resultado ser especialmente eficaces en desintegrar las fuerzas de niños soldados.31

    El líder es la pieza clave.
    Cuando son forzadas a un enfrentamiento de cerca, las fuerzas deben darle prioridad a la identificación y eliminación de cualquier líder adulto, de ser posible. La experiencia ha mostrado que su influencia sobre la unidad es a menudo el centro de gravedad y las unidades se desintegrarán si al líder adulto se le elimina de una posición de control. A medida que las fuerzas buscan eliminar la resistencia, deben enfocar su búsqueda en los líderes adultos que se escapan. No hacerlo permite que ellos probablemente reconstituyan las fuerzas y retornen al conflicto, al igual que se ha convertido en un tema recurrente en conflictos impulsados por niños soldados como en el norte de Uganda y Liberia.

    Las armas no letales ofrecen más opciones. Una realización importante es que la aniquilación total del enemigo en estos casos puede realmente ser contraproducente. Por lo tanto, cada vez que sea posible, los comandantes militares y los encargados de formular la política deben analizar opciones para utilizar armamento no letal (NLW, por sus siglas en inglés) en situaciones en las que participan niños soldados. Los Generales de salón, a menudo y por ignorancia se burlan de las NLW, pasando por alto que de ninguna manera eliminan acudir a la fuerza letal. Sin embargo, su disponibilidad les provee a las tropas en campaña más opciones. Las NLWs frecuentemente son una alternativa bienvenida que no sólo podría salvar vidas en ambos lados, sino que resultan más eficaces en el cumplimiento de las metas de la misión. Lamentablemente, el diseño y distribución de esas armas está bastante atrasado. De hecho, de los tan sólo 60 estuches de armas no letales en toda la milicia de Estados Unidos, solamente seis fueron desplegados a Irak durante el primer año de la operación. Muchas operaciones internacionales de mantenimiento de paz ni siquiera tienen un estuche.

    Emplear operaciones psicológicas. Las operaciones psicológicas (PSYOPS, por sus siglas en inglés) siempre deben estar integradas en los esfuerzos generales contra la resistencia local, inclusive deben ser diseñadas especialmente para unidades de niños soldados. Su meta debe ser convencer a los niños soldados que dejen de luchar, abandonen sus unidades y comiencen el proceso de rehabilitación y reintegración a la sociedad. Al mismo tiempo, se debe elaborar una estrategia que garantice que los líderes adversarios sepan que sus violaciones de las leyes de guerra se están vigilando y las terribles consecuencias que enfrentarán por usar esa doctrina. Las PSYOPS deben también buscar la manera de socavar cualquier apoyo a la doctrina dentro de la sociedad local mencionando los grandes daños que la práctica está infligiendo en la próxima generación, su contraste con las costumbres y normas locales y la falta de honradez al enviar niños a que libren las guerras de los adultos.

    El seguimiento produce éxito. La derrota de una oposición basada en niños soldados no se lleva a cabo en el campo de batalla, indistintamente de cuán exitosa. Una fuerza también tiene que tomar medidas para acoger rápidamente a los niños soldados que se escapan y a los prisioneros de guerra, para así disipar cualquier mito acerca de justos castigos e inducir a otros a que también abandonen la oposición. Esto también incluye hacer ciertos preparativos para asegurar a los niños detenidos, una situación sobre la cual las fuerzas de Estados Unidos no poseen ni una doctrina ni entrenamiento, inclusive ni contar con el tamaño correcto de esposas. Una vez que los soldados se han cerciorado que los niños no presentan una amenaza, necesidades inmediatas de ropa, comida o albergue se deben proporcionar. Luego, tan pronto como sea posible, el niño debe entregarse al cuidado de profesionales de la salud o de la ONG. El negocio de encarcelar jóvenes no es la misión de la milicia y verdaderamente no es positivo para la salud de la organización.

    Proteger a los nuestros. Una fuerza también tiene que velar por el bienestar de su personal. Las fuerzas deben estar preparadas para lidiar con las repercusiones psicosociales de los enfrentamientos con fuerzas de niños soldados, ya que esta es una manera adicional en la que el uso de los niños soldados coloca en desventaja a las fuerzas profesionales. Puede que las unidades requieran tratamiento especial después del conflicto e inclusive asesoramiento individual; de lo contrario, la consecuencia de estar obligado a enfrentar niños puede que a la larga socave la unión de la unidad y la eficacia en el combate.

    Explicar y culpar. Los especialistas en relaciones públicas tienen que estar preparados de antemano para las repercusiones singulares de enfrentamientos de esa índole. Al explicar los eventos y cómo es que murieron niños, deben recalcar el contexto bajo el cual sucedieron y la importancia de la misión en general. El público debe estar informado de que se está haciendo todo lo posible por evitar y limitar que los niños soldados se conviertan en bajas (uso de armas no letales, operaciones psicológicas, disparar para lograr el efecto de shock, etc.). Al mismo tiempo, el público debe saber que los niños soldados, a pesar de que son niños, son igual de letales detrás de un rifle de asalto como los adultos. Más importante aún, deben tratar de culpar a quienes verdaderamente son los culpables—los líderes que no tan sólo arrastran ilegalmente a los niños a la esfera militar, sino que también los envía para que hagan su trabajo sucio.A un nivel más amplio, los gobiernos que deseen adelantarse al problema deben movilizar las Naciones Unidas, al igual que a líderes políticos locales y expertos religiosos para que condenen las prácticas por lo que son, una violación clara a la ley internacional al igual que a la cultura local y los preceptos religiosos.

    A pesar de lo perturbadora que es esta tendencia, hay un resquicio de esperanza que podemos lograr mirando el pasado. Durante la larga marcha de la historia, ha habido innumerables doctrinas y modos de guerra. En algún momento se pensó que la religión podía fortalecerse haciendo llamados a la guerra. Ahora consideramos que aquellos que hicieron el llamado por las Cruzadas son extremistas. En la Edad Media, los soldados capturados no eran considerados prisioneros, sino propiedad personal que podían ser rescatados o vendidos como esclavos personales. Hace poco menos de un siglo, se consideraba una obligación, una llamada “obligación del hombre blanco” de invadir otras tierras para “civilizarlas” o, más honradamente, convertirlas en colonias.

    Esperamos que la doctrina del niño soldado algún día se una a esas prácticas de guerra que han quedado en el pasado. Quizás la historia recordará este periodo como una aberración, una fase corta donde las normas morales fueron interrumpidas, pero que se restauraron rápidamente. Pero eso sólo sucederá si igualamos la voluntad de esos líderes de hacerles tanto daño a los niños, con nuestra voluntad de hacer el bien.

    Notas:

    1. Matthew Cox, “War Even Uglier When a Child is the Enemy, USA Today, April 8, 2003.

    2. T.W. Bennet, Using Children in Armed Conflict: A Legitimate African Tradition? (Essex: Institute for Security Studies, 2000). http://www.essex.ac.uk/armedcon/Issues/Texts/Soldiers002.htm.

    3. John Paden, Muslim Civic Culture and Conflict Resolution, The Challenge of Democratic Federalism in Nigeria, (Washington, DC: Brookings Institution Press, 2005), 127

    4. “Report on the Battle of New Market Virginia and aftermath, part 1, May 15, 1864,” VMI Annual Report, July 1864. http://www.vmi.edu/~archtml/cwnmrpt.html.

    5. Guido Knopp, Hitler’s Kinder (Munich: C. Bertelsmann, 2000); Philip Baker, Youth Led by Youth (London: Vilmor Publications, 1989).

    6. Para más detalles sobre figuras de niños soldados consultar Singer, P.W. Children at War (New York: Pantheon, 2005), en particular el capítulo 2.

    7. Marie Colvin and James Clark. “How the Hi-Tech Army Fell Back on Law of the Jungle and Won,” The Sunday Times, 17 September 2000, internet, http://www.sunday times.co.uk/news/pages/sti/2000/09/17/stifgnafr03003 .html.

    8. “Palestinian Teen Stopped with Bomb vest,” CNN, March 25, 2004.

    9. Gul Luft, “The Palestinian H-Bomb.” Foreign Affairs, July 2002, p. 5; CSC, 1379 Report, 2002, 54; Suzanne Goldenberg, “A Mission to Murder,” The Guardian, June 11, 2003; Johanna Mcgeary, “Inside Hamas,” Time, March 28, 2004.

    10. U.S. State Department, Report on Human Rights, 1997, Colombia section. UNICEF-Columbia, Situation Report, April 22, 2003.

    11. Rohan Gunaratna, “LTTE Child Combatants.” Jane’s Intelligence Review, July 1998.

    12. Human Rights Watch, “You’ll Learn Not to Cry,” September 2003, 4-5. Karl Penhaul, “Colombia’s Force of Child Soldiers,” Boston Globe, March 4, 2001.

    13. Jan Mckirk, “Brutality of Child Army Shocks Colombia,” The Independent, May 2, 2001.

    14. The Coalition to Stop the Use of Child Soldiers, “The Use of Child Soldiers in Americas: An Overview.” http://www.child-soldiers.org; Human Rights Watch, “Child Soldiers Used by All Sides in Colombia’s Armed Conflict,” Press Release, New York, October 8, 1998. http://www.hrw.org/hrw/press98/oct/childsold1008. htm.

    15. Coalition to Stop the Use of Child Soldiers, “Action Appeal: Colombia,” September, 2002; UNHCR News, May 21, 2002.

    16. Human Rights Watch, “You’ll Learn Not to Cry,” September 2003, 64.

    17. “National Roundup,” Miami Herald, April 23, 2003; Human Rights Watch, “U.S. Guantanamo Kids at Risk,” April 24, 2003; Bruce Auster and Kevin Whitelaw, “Terror’s Cellblock,” U.S. News and World Report, May 12, 2003; Michelle Faul, “U.S. Defends Detaining Teens,” Associated Press, June 28, 2003. Las edades de los jóvenes detenidos eran 13, 14, 15 y 16 años. Hay una cifra agregada desconocida entre los 16 y los 18 años que Estados Unidos ha mantenido dentro de la población adulta en general, contrario a las leyes de EE.UU. y las leyes internacionales sobre cómo los niños deben ser tratados por la ley.

    18. Hancy Gibbs, “Inside “The Wire.”” Time, Dec. 8, 2003.

    19. Entrevistas del autor con oficial del Ejército de Estados Unidos, marzo del 2004; Keith Richburg, “Taliban Maintains Grip Rooted in Fear,” Washington Post, August 9, 2004, 9.

    20. Matthew Cox, “War Even Uglier When a Child is the Enemy, USA Today, April 8, 2003; “Report: Marines Wounded in Fighting Late Wednesday in Iraq,” AP, March 27, 2003; Alex Perry, “When Kids Are in the Cross Hairs,” Time, April 21, 2003.

    21. Mary Beth Sheridan, “For Help in Rebuilding Mosul, U.S. Turns to Its Former Foes,” Washington Post, April 25, 2003.

    22. “Enemy Tactics, Techniques, and Procedures (TTP) and Recommendations,” 3rd Corp Support Command briefing document, LSA Anaconda, Iraq, September 2003; Joseph Galloway, “Hurt Still Arriving at Army Hospital,” Charlotte Observer, November 3, 2003; entrevistas con oficiales del Ejército de Estados Unidos durante noviembre-diciembre de 2003.

    23. Según citado en “Child Soldiers Square Up to U.S. Tanks,” London Daily Telegraph, August 23, 2004.

    24. Según citado en “Child Soldiers Square Up to U.S. Tanks,” London Daily Telegraph, August 23, 2004.

    25. Neil Mackay, “Iraq’s Child Prisoners,” Sunday Herald, August 1, 2004; Richard Sisk, “Teen Held, U.S. Admits Juveniles in Abu Ghraib,” New York Daily News, July 15, 2004. U.S. Army Lt. Col. Barry Johnson, según citado en Richard Sisk, “Teen Held, U.S. Admits Juveniles in Abu Ghraib,” New York Daily News, July 15, 2004.

    26. UN Population Fund, State of the World Population (New York: UNFPA, 2003), p. 8.

    27. Según citado en “Child Soldiers,” Radio Netherlands, January 21, 2000. http://www.rnw.nl/humanrights/html/general.html.

    28. Ibid.

    29. Según citado en “Child Soldiers,” Radio Netherlands, January 21, 2000. http://www.rnw.nl/humanrights/html/general.html.

    30. Marten Meijer PhD, “Transactional Analysis of Child Warriors As the Opposing Force,” Panel Executive Human Factors and Medicine Panel, NATO Research and Technology Agency, draft paper, 2007.

    31. Archbishop Desmond Tutu, según citado en palabras pronunciadas en Niños y la Unidad de Conflicto Armado, un proyecto conjunto del Children’s Legal Centre (Centro Jurídico de los Niños) and the Human Rights Centre of the University of Essex (Centro de Derechos Humanos de la Universidad de Essex) en 1999. Ver The Coalition to Stop the Use of Child Soldiers, en línea en <www.essex.ac.uk/armedcon/.