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¿Cuán peligrosos son los déficits fiscales en América Latina y el Caribe?

A lo largo de la última década, los déficits fiscales se han convertido en uno de los problemas macroeconómicos más urgentes en todo el mundo, tanto en los países desarrollados como en aquellos en vías de desarrollo. De hecho, en la región de América Latina y el Caribe (ALC), 30 de 32 países tuvieron déficits fiscales en 2017 (ver Figura 1). 

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Dada la prevalencia de déficits fiscales en ALC (con un déficit fiscal mediano de 3 por ciento), surge una pregunta natural: ¿debería la mayoría de los países adoptar ajustes fiscales? Si bien una primera reacción puede tender a favorecer los ajustes fiscales, la realidad es que, bajo ciertas condiciones, los déficits fiscales (y a veces incluso los déficits fiscales cuantiosos) pueden ser razonables o incluso deseables. Los principales aspectos que se deben considerar cuando se trata de evaluar si llevar a cabo o no un ajuste fiscal son (i) la duración del shock negativo subyacente que afecta a la actividad económica y, por consiguiente, a los ingresos fiscales, (ii) cómo se ha conducido la política fiscal a lo largo del ciclo económico, y (iii) consideraciones relacionadas con la sostenibilidad de la deuda. 

En el panel superior de la Figura 2, podemos ver que el crecimiento en ALC se ha desacelerado en los últimos seis años, incluyendo un crecimiento negativo el año pasado. Este pobre desempeño se debe fundamentalmente al bajo crecimiento de América del Sur (que representa el 71,2 por ciento del PIB de la región), dado que América Central y el Caribe han experimentado un crecimiento de aproximadamente 4 por ciento al año desde el año 2010 (ver paneles inferiores en la Figura 2).

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Un aspecto importante que debe mencionarse es que, si el crecimiento se está desacelerando, es esperable que el déficit fiscal aumente. Este vínculo natural no debería por sí mismo causar grandes preocupaciones dado que la base fiscal es sumamente sensible a las fluctuaciones económicas.  Esto implica que, en un periodo de contracción, los ingresos fiscales tenderán a caer considerablemente debido a la gran baja de la base fiscal, aun cuando las tasas impositivas (que son los instrumentos de política bajo el control de la autoridad fiscal) se mantengan sin modificaciones. Del mismo modo, cuando el crecimiento es positivo la base fiscal aumenta endógenamente y, por lo tanto, también lo hacen los ingresos fiscales.

Dado que hay una relación entre los déficits fiscales observados y el crecimiento económico, un aspecto importante consiste en entender por qué ALC ha tenido un crecimiento tan bajo en los últimos tiempos y cuánto durará esta desaceleración.  Si bien es frecuente atribuir la desaceleración del crecimiento a las políticas domésticas y factores internos, es bien sabido a estas alturas que las fluctuaciones en el producto de los países en vías de desarrollo dependen en gran parte de factores externos (que, por definición, escapan a su propio control). Desafortunadamente, los países de ALC no son una excepción. La Figura 3 ilustra el comportamiento de (i) los precios de las materias primas; (ii) la tasa de crecimiento de China, que es particularmente importante para América del Sur; (iii) el crecimiento del G7, particularmente importante para México y América Central; y (iv) los flujos netos de entradas de capitales, que capturan la liquidez global.

spotlight-essay 2-fig 3La Figura 4 cuantifica el rol de los factores externos en el crecimiento de América del Sur. Como se puede ver en el gráfico, el crecimiento atribuible a factores externos explica la mayor parte del crecimiento de esta sub-región. En efecto, aproximadamente el 60 por ciento de las fluctuaciones del PIB en América del Sur se puede explicar por el comportamiento de los cuatro factores globales mencionados anteriormente.

spotlight-essay 2-fig 4Esto sugiere que, en gran medida — y a pesar de esfuerzos considerables para diversificar la producción y estructura de exportaciones para aumentar la productividad y la competitividad de los países de ALC para crear mercados domésticos más grandes — los países en vías de desarrollo muestran una volatilidad y dependencia económica generada por factores globales externos. 

Por lo tanto, es natural que el debilitamiento de los factores globales a su vez aumente el tamaño de los déficits fiscales observados en la región. De hecho, el déficit fiscal mediano en ALC disminuye de un 3 por ciento del PIB a aproximadamente el 2 por ciento si nos enfocamos en el denominado déficit fiscal estructural (que excluye del déficit fiscal observado la parte relacionada con las fluctuaciones del ciclo económico) en vez de en el observado.

Dada la relevancia de los factores globales en la explicación de los déficits fiscales observados, una pregunta clave es si estos factores globales más débiles son transitorios o permanentes. Si fueran transitorios, tener déficits fiscales podría reflejar el hecho de que los gobiernos siguen políticas fiscales contracíclicas, precisamente el tipo de receta de política que recomiendan los libros de texto de macroeconomía. La adopción de políticas fiscales contracíclicas tendería a acelerar la recuperación y evitaría costos sociales y macroeconómicos de gran magnitud. Por el contrario, si estos factores globales débiles estuvieran aquí para quedarse, una política fiscal prudente exigiría ajustar las cuentas fiscales a la nueva realidad. Al fin y al cabo, como en la mayoría de los hogares, es imposible mantener déficits crónicos de manera permanente. Desafortunadamente, para la mayoría de la gente (entre ellos los responsables de las políticas públicas y los economistas profesionales), es sencillamente imposible saber si un determinado shock es transitorio o permanente. Dado este nivel de incertidumbre, una política fiscal prudente implicaría interpretar los shocks positivos como más pasajeros (lo que obligaría a los países a ahorrar más en los tiempos de “vacas gordas”) y los shocks negativos como más duraderos (y, por lo tanto, ajustar más y así evitar posibles problemas relacionados con la sostenibilidad de la deuda pública).

La buena noticia es que aproximadamente la mitad de los países de ALC han sido capaces de ahorrar más durante el último auge del precio de las materias primas. Esto, a su vez, les ha permitido enfrentar condiciones globales adversas adoptando políticas fiscales contracíclicas durante la última década (ver Figura 5).

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Las políticas fiscales contracíclicas se basaron en la creación de amortiguadores económicos tales como la acumulación de reservas externas en bancos centrales, una reducción de la deuda pública, la implementación de reglas fiscales, y el reconocimiento de la independencia de muchos bancos centrales. En gran medida, parecería que los países de ALC han sido capaces de evitar grandes crisis como las que asolaron la región hace no mucho tiempo. La mala noticia es que a pesar de todas estas mejoras y a la luz de los déficits fiscales recurrentes, parece claro que los países de ALC deberían haber ahorrado más durante el boom de las materias primas y que, como consecuencia, varios países tendrán que padecer procesos de ajuste fiscal para evitar graves problemas de sostenibilidad de deuda. En otras palabras, el principal motivo por el que es tan dífícil lidiar con problemas de sostenibilidad de deuda en los tiempos de “vacas flacas” es precisamente debido a un ahorro insuficiente durante los tiempos de “vacas gordas.” Quizá algún día la región aprenda de una vez por todas este principio fundamental.

Nota: Este artículo está basado en el capítulo 2 del informe semestral de la Oficina del Economista Jefe para América Latina y el Caribe del Banco Mundial, co-autoreado por Carlos Vegh, Daniel Lederman, y Federico Bennett, titulado “Contra viento y marea:  Política fiscal en América Latina y el Caribe en una perspectiva histórica,” abril 2017, y disponible aquí. El lector es referido a este informe para un análisis más detallado y referencias. Agradecemos a Luis Morano por su ayuda con esta nota.  

 

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