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El rol de la Argentina en el G-20

Días atrás, a un año y medio de la cumbre de Londres que lo puso en el primer plano de la política mundial, el G-20 enfrentó un test tan importante como aquél: presentar los avances en las tres líneas de acción que se autoimpuso en Pittsburg en septiembre 2009. Previsiblemente, los resultados decepcionaron.

En el frente de la reforma financiera se saludó una nueva revisión de las normas prudenciales de Basilea, obviando temas más controversiales abiertos por la crisis, como el tratamiento de las calificadoras de riesgo, los bancos sistémicos, o las burbujas financieras. En relación a la asistencia global para enfrentar el contagio financiero, nada se agregó al Mecanismo de Estabilización Global, recientemente lanzado por el FMI y aún pendiente de aprobación, que favorece a los emergentes “sistémicos” como Corea o Brasil, pero poco hace por el resto. Y el ejercicio de consistencia macro con el que se pretendía coordinar una recuperación sostenible está hoy empantanado por la guerra de monedas.

Más allá de la retórica diplomática, Seúl sólo deparó la promesa del diseño de indicadores de desequilibrio externo para los cuales el G-20, un foro sin estructura o cuerpo técnico propio, recurrirá una vez más al FMI. Tal vez asumiendo que poco es lo que puede esperarse de esta iniciativa, el G-20 autorizó a los emergentes a defenderse de la apreciación cambiaria, incluso a través de restricciones y controles.

De los temas que vienen, posiblemente el más significativo para Argentina sea el menos económico. En 2011, con un paisaje post crisis donde la diversidad de intereses nacionales tiende a profundizarse, se debatirá la representatividad del G-20.

¿Por qué estos 20 y no otros? ¿Por qué Argentina? La respuesta debería ser hoy más clara que hace un año. Es improbable que esta diversidad pueda ser articulada y representada por un México alineado con EE.UU. o un Brasil más interesado en discutir con China que con Chile.

Argentina está en una posición privilegiada para jugar este rol, el mismo que Francia juega en Europa o Corea en Asia. Sólo hace falta que se lo proponga.