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Commentary

Renacimiento africano: hacia un nuevo Sudán

Francis M. Deng
Francis M. Deng Former Brookings Expert

November 1, 2005

SELECCIÓN

¿Cuál fue la razón de la guerra? Atendió sus causas el Acuerdo Integral de Paz (AIP)? ¿Cuáles son las perspectivas futuras para el sur trás la trágica muerte de John Garang?

Sudán es una nación cuya identidad ha sido distorsionada de manera disruptiva pero que recién está tratando de redescubrirse, aunque de una forma trágicamente violenta. La buena noticia es que es posible una búsqueda más constructiva de identidad alrededor de la cual los sudaneses se puedan unir.

Igual que en la mayoría, si no todos, los países africanos, el poder colonial unió en un marco de Estado-nación a grupos que habían sido distintos, seperados y en algunos casos mutuamente hostiles. Las identidades actualmente en conflicto son el resultado de un legado histórico caracterizado por una forma de esclavitud que clasificó a los grupos en una raza superior de “amos” y otra de pueblos inferiores “esclavizables”.

El norte, dos tercios del territorio y población del país, está habitado por grupos étnicos de los cuales el dominante se entremezcló con inmigrantes y comerciantes árabes y, a lo largo de los siglos, produjo un grupo racial mestizo africano-árabe que se asemeja a los pueblos africanos del sur del Sahara. De hecho, la frase árabe, Bilad al-Sudan (tierra de los negros) se refiere a todos estos territorios sub-saharianos. La inmigración y asentimiento de árabes en el sur fue bloqueada por la distancia, las barreras ambientales, el duro clima tropical y la resistencia de las tribus de guerreros nilóticos. Aquellos árabes que se aventuraron hacia el sur eran sobre todo cazadores de esclavos, impulsados por el comercio, no interesados en arabizar e islamizar el sur.

Como el poder dominante en el condominio anglo-egipcio, los británicos terminaron con la esclavitud y de hecho gobernaron el país como dos colonias separadas. Desarrollaron el norte como una sociedad árabe-musulmana y forjaron en el sur una identidad que era indígenamente africana, expuesta a la influencia occidental a través de los misioneros cristianos, sin embargo, en otro sentido se le negó cualquier desarrollo político, económico, social o cultural. Hasta que la política colonial cambió dramáticamente en 1947, parecía que los británicos pretendían preparar al sur para la independencia como un Estado separado. El movimiento independentista fue liderado y promovido por el norte, que recibió apoyo de Egipto. La causa fue apoyada de forma reacia por el sur, que estipulaba condiciones como federalismo y garantías en la región para endosar la independencia. El sur optó por la independencia con base en la garantía de que el norte rápidamente renegó de las promesas hechas a los sureños y adoptó el papel colonialista dejado por los británicos. Como colonizadores internos, los gobiernos norteños buscaron imponer la arabización y la islamización como bases de un Sudán homogéneo y unificado. La oposición sureña a una inminente dominación árabe comenzó en agosto de 1955, seis meses antes de la independencia, cuando un batallón de soldados sureños en el pueblo de Torit se amotinó y huyó con las armas. Su protesta escaló hasta convertirse en una rebelión que luego resultó en una guerra civil que arrarsaría la región intermitentemente por más de medio siglo.

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